Yo soy el Pan de Vida
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Y, ¿Quién no quiere vivir?
Yo sí, quiero vivir, VIVIR así, con mayúsculas,
vivir a tope. Quiero tener vida abundante
porque debo caminar muy lejos.
Quiero VIVIR, ver nacer y crecer ante mi mirada
los seres de la creación. Quiero VIVIR,
darme cuenta de que el sol calienta cada mañana.
Quiero VIVIR y darte gracias por la vida,
porque todo lo que tengo es DON.
VIVIR es regalo tuyo.
Pero a veces, Jesús, siento que mi vida se gasta;
se me acaban las fuerzas, tengo ganas
de sentarme en el borde del camino.
Es entonces cuando me doy cuenta
de lo mucho que te necesito.
Necesito comer de tu pan,
del pan que me ofreces cada día en el altar,
del pan que crea en nosotros deseos de unidad
cuando nos reunimos en la Eucaristía
para compartirlo como hermanos.
Nos ofreces un pan Jesús,
que no sólo nos alimenta en el presente,
sino que nos asegura el futuro.
Me cuesta entender ese misterio de tu cuerpo
transformado en pan de vida.
Tampoco te entendieron muchos
de los que te oyeron por primera vez.
Y es que tu pan, tu vida, es un DON.
¡Concédeme el don de tu pan!
Como Simón Pedro te digo hoy:
"Señor, ¿a dónde vamos a ir?
Tu tienes palabras de vida eterna".
Gracias por quedarte siempre con nosotros
de una manera real, en la Eucaristía.