¿Va a ayudarme?

Autor: Mark V. Hansen

 

En 1989, un terremoto de magnitud 8.2, sacudió a Armenia, matando a más de treinta mil personas en menos de cuatro minutos.

En medio de la devastación y el caos total, un padre dejó a su mujer a salvo en la casa, corrió al colegio donde suponía debía estar su hijo y al llegar, descubrió que el edificio había quedado chato como un panqueque.

Después del trauma del shock inicial, se acordó de la promesa que le había hecho a su hijo: "Pase lo que pase, ¡siempre estaré para ayudarte!" Y se echó a llorar. Al mirar la pila de escombros que en algún momento habían sido la escuela, parecía no haber esperanza, pero no obstante siguió recordando el compromiso con su hijo. 

Empezó a concentrarse en el camino que hacía cada mañana cuando llevaba a su hijo al colegio. Al recordar que el aula de su hijo debía de estar en el ángulo derecho posterior del edificio, corrió hasta allí y empezó a cavar entre los cascotes.

Mientras cavaba, llegaron otros padres desolados, que se golpeaban el corazón exclamando: "¡Mi hijo!""¡Mi hija!"
Otros padres bien intencionados trataron de apartarlo de lo que había quedado de la escuela. 
-¡Es demasiado tarde!
-¡Están muertos!
-¡No puede ayudar!
-¡Váyase a su casa!
-Vamos, enfrente la realidad, no hay nada que pueda hacer!
-¡No hace más que empeorar las cosas!
A cada uno él le respondía con la misma frase:- ¿Va a ayudarme ahora?- Y luego seguía removiendo piedra por piedra para encontrar a su hijo.

El jefe de bomberos se presentó y trató de alejarlo de los escombros de la escuela: -Están propagándose incendios, hay explosiones por todas partes. Corre peligro. Nosotros nos encargaremos-le dijo-. ¿Va a ayudarme ahora?-respondió este padre armenio amoroso y abnegado.

Llegó la policía y alguien dijo: -Está enojado, angustiado y ya pasó. Pone en peligro a los demás. Váyase a su casa. ¡Nosotros lo manejaremos!
Al oír esto, replicó:
-¿Va a ayudarme ahora?-Nadie lo ayudó.
Valientemente, siguió solo porque necesitaba saber por sí mismo si su hijo estaba vivo o muerto.
Cavó durante ocho horas...doce horas...veinticuatro horas...treinta y seis horas...entonces, cuando habían pasado treinta y ocho horas, movió una piedra grande y oyó la voz de su hijo. Gritó su nombre-¡Armand!
-¿Papá? ¡Soy yo, papá! Les dije a los otros chicos que no se preocuparan. Les dije que si estabas vivo, me salvarías y al salvarme a mí, estarían a salvo. Lo prometiste: "¡Pase lo que pase, siempre estaré para ayudarte!"
Lo hiciste, papá.
-¿Cómo están las cosas ahí? ¿Qué pasa?-preguntó el padre.
-Quedamos catorce de los treinta y tres, papá. Estamos asustados, tenemos hambre, sed y nos alegra que estés aquí. Cuando el edificio se derrumbó, se formó una cuña, como un triángulo y nos salvó.
-¡Ven, sal de ahí, hijo! 
-No, papá. Primero que salgan los otros chicos porque sé que me salvarás. Pase lo que pase, sé que estarás para ayudarme.