Un regalo para Jesús

Autor: Ricardo Flores

 

Déjenme contarles como Juan descubrió que regalarle a Jesucristo en su
cumpleaños.

Juan un padre de familia como tu o como yo, deseaba complacer a sus seres
queridos con algunos regalos en la Navidad. Se dio cuenta que a medida que
se acercaba la fecha del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, la
publicidad se había encargando de recordarle que debía prepararse para una
fecha tan especial. Así, que a través de todos los medios, y de manera
particular de su encargado de comercialización, un viejito muy dulce
vestido de color rojo y al que llaman Santa Claus, le recordaba que la
Navidad es un tiempo especial para hacer regalos para todas las personas
que amamos. De igual manera, en todas las partes que Juan estaba como el
trabajo, reuniones familiares y de amigos recibía la misma pregunta: ¿"Ya
compraste los regalos de Navidad"? Una noche antes de ir a dormirse, rezó
lo siguiente. "Señor, Jesús, veo con tristeza como hemos ido perdiendo el
verdadero sentido de la Navidad. Nos reunimos y nos divertimos mucho.
Hacemos grandes fiestas, a las que llamamos posadas, pero ni siquiera
mencionamos tu nombre. En la Navidad intercambiamos regalos con todos y no
te damos uno a Ti. Festejamos en grande bailando, contando chistes y no
alabamos Tu nombre. Todo parece alegría, pero olvidamos que Tú eres el
festejado. Perdónanos Señor Jesús. Esta Navidad quiero cambiar, dándote un
regalo Jesús. Ilumíname y enséñame que regalo te puedo dar esta Navidad que
te haga muy feliz, amen." 

Por la mañana antes de irse al trabajo sonó el timbre en su casa. Un señor
de avanzada edad era quien llamaba. ‘Buenos días, que la paz de Dios este
contigo. Mi nombre es Abraham. Vengo de muy lejos y he caminado hasta aquí.
Vine a tu ciudad a repartir Biblias . Ten toma una. ´ "Gracias , pero ya
tenemos en nuestra casa una Biblia". Bueno, ¿podrías hacerme el favor de
llenarme este recipiente de agua para poder seguir con mi misión’?. "Claro
que si con mucho gusto." Llegué por la tarde a mi casa después de un día de
labores. Me estaba preparando para irme a otro poblado cercano donde me
esperaba mi esposa y mi hija para pasar la Navidad, cuando sonó el timbre
de nuevo. ‘Hola soy Abraham, que tal de nuevo. Sabes, tuve un día muy
pesado y estoy muy cansado. ¿ Podrías dármela oportunidad de quedarme a
dormir aquí en tu cochera’?. En mis adentros pensaba: "Que voy hacer, me
tengo que ir de viaje, pero no puedo dejar a este hombre desamparado. Voy
quedarme a dormir aquí en mi casa, le daré alojamiento y saldré de viaje
por la mañana. Había en sus ojos un brillo que me daba una gran confianza y
paz." Así que cenamos juntos y me platicó como le había ido en su día.
Después se retiró a una habitación a dormir. 

Por la noche mientras dormía escuché que tosía continuamente. Me levante y
fui atenderlo. Le di un jarabe para la tos y esperé a que estuviera bien
antes de retirarme a dormir. Estaba muy apenando por mis atenciones y me
decía continuamente que lo dejara, que el estaría bien. Por la mañana fui a
buscarlo para invitarlo a desayunar, pero ya no estaba. Había una nota en la
cama que citaba una escritura de la Biblia: "Pues tuve hambre, y ustedes me
dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y
me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve
enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme. Todo lo
que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo
hicieron."---Mt. 25, 34-40. 

"Gracias por servir a uno de los más humildes siervos"