Un monje sabio

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Un viejo monje se encontraba sentado junto a un numeroso grupo de jóvenes que aspiraban a entrar a aquella Abadía Benedictina, y como cada tarde les propuso un nuevo relato. Este vez fue el siguiente:

-Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra, la recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra, igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de
ese hombre?

-"Que es un necio -respondió uno de los jóvenes-. ¿Para qué cargaba las piedras con que tropezaba"?

"Ah hijo –le respondió el sabio monje-: Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aun la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo debemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor contra los demás o contra nosotros mismos. Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero y nuestro paso más seguro y la convivencia mas fraterna."

Cuando hubo terminado todos guardaron silencio, pero todos y cada uno de aquellos jóvenes se hicieron el propósito de no cargar nunca el peso del odio o del resentimiento.