Un mensaje de María para ti en Navidad

Autor: corazones.org

 

Ven a mi lado y mira al recién nacido.
Hijo, ven a mi lado y mira al recién nacido.
Pasa adelante y ponte junto a mí y José.
Disculpa la incomodidad y el olor de los animales;
ya sabes la historia: cómo buscamos por todos sitios
y no pudimos encontrar algo mejor en ese momento
apresurado del Nacimiento de Jesús.

Pero así lo quería Dios; así que, ven, acércate y
ponte aquí, junto a mí. ¿Lo ves bien desde ahí?
Míralo, es el pequeño Jesús reclinado
en ese duro e incómodo pesebre...

Yo quería para El un lugar cómodo,
pero El no quería eso para Sí,
por lo que nunca en la vida exigí comodidad
para mí. Yo hubiera preferido ahorrarle tantos
sufrimientos, pero El no quería una vida fácil,
por lo que yo tampoco la pedí para mí,
así que ¡imagina la angustia de mi corazón
porque mi Hijo ansiaba morir crucificado
para salvarte a ti!

Era una terrible espada que atravesó mi alma.
No, ser la Madre de Dios -porque Dios así lo quiso
para mí- no fue fácil entonces ni lo es ahora que
velo por ti y todos mis hijos en el mundo,
llamándote, cuidándote del pecado y del Maligno
y apareciéndome en diversos lugares
para recordarte que Dios existe,
que Jesús es Dios,
que El te ama
y por esa misma razón
se hizo hombre, para redimirte.

Ven, hijo e hija de mi corazón,
y no pongas atención al frío intenso de la noche
y la falta de visitantes y consideraciones
que hubo para nosotros.
No me preguntes por qué el Señor de señores,
Dios y Creador del universo
quiso nacer y vivir y morir pobre y humilde,
siendo El la Riqueza misma,
habiendo podido vivir adorado y servido
por todas sus criaturas,
como realmente se lo merece.
La profundidad del corazón amoroso de Dios
es inalcanzable...

Este es mi mensaje para ti para esta Navidad,
hijo e hija queridos.
Haz un espacio para Jesús en tu corazón
y saca de ahí todo lo que Le estorba a El.
Hazle un pesebre en ti
e invítame a que llegue con San José
para llevarte en brazos a mi Hijo.

Aunque El sea pequeño aún, es mejor así,
hijo mío, hija mía, porque así podrá ir creciendo
poco a poco en ti, ajustándote a tu velocidad
de entrega y a tus limitaciones
para una mayor conversión y deseo de santidad en
tu vida. Hijo mío, hija mía, que tengas una Navidad
feliz, con el amor y paz de Jesús en medio de tu
vida y tu familia.

Con mi amor de Madre para ti,
María, tu Madre del Cielo,
que está siempre contigo.