Una realidad para asombrarnos

Autor: Padre José Martínez Colín

 

Una realidad para asombrarnos
 Podemos ser colaboradores de Cristo


1) Para saber

Hace algunos años un científico ateo

cruzaba el desierto,

guiado por algunos árabes creyentes.

Se fijó en que sus guías, cuando atardecía,

ponían sus tapetes sobre la arena y se ponían a rezar.

Se acercó el científico

y les preguntó qué era lo que hacían.

"Hacemos oración", contestaron.

"¿Y a quién se dirigen en la oración?",

volvió a preguntar.

"A Dios", le respondieron.

El científico sonrió maliciosamente

y les preguntó:

"¿Han visto ustedes a Dios alguna vez?".

Le respondieron que no.

"Y, ¿lo han tocado con sus manos?".
 Nuevamente le dijeron que no.

"¿Han escuchado la voz de Dios con sus oídos?".
 La respuesta nuevamente fue negativa.

El científico concluyó:

"¡Entonces no sean ustedes locos!

Si nunca han visto a Dios, ni lo han tocado,

ni oído, ustedes no deben creer en Dios".

 Los árabes no le dijeron nada por el momento.
 A la mañana siguiente,

mientras amanecía con una aurora espectacular,

el científico salió de la carpa

y, al ver las huellas de un camello,

les comentó a los guías:

"Por aquí pasó un camello".

Uno de los árabes le preguntó al ateo:
"Pero señor, ¿acaso ha visto usted al camello?".

"No lo he visto", respondió.
Volvió a preguntarle:

"O, ¿acaso lo oyó cuando pasó por aquí?".

"Nada de eso", dijo el científico.

"¿Lo tocó con sus manos?", insistió el guía.
"Tampoco".

El árabe concluyó:

"Entonces usted está loco:

¿Cómo puede creer que pasó por aquí un camello,

si usted no lo vio, ni lo oyó, ni tocó con sus manos?".

El científico, señalando el piso, repuso enojado:

"Es que aquí sobre la arena
están las huellas del camello".

Entonces el árabe, mirando el cielo

y señalando la aurora que asombraba a todos,

concluyó:

"Señor, ahí tiene usted las huellas de Dios;

por tanto, no cabe duda de que Dios existe y actúa.

Un Dios que también lo ama

y ha dejado su huella en toda la creación,

incluso en usted mismo,

aunque usted no lo reconozca".

El científico ya no pudo decir nada.

El Papa Juan Pablo II nos dice

que los principales conocimientos

que tiene el hombre se originan del asombro

al contemplar las cosas creadas por Dios
(cfr. "Fe y Razón", n.4).

Si viendo las cosas materiales

nos maravillamos de su Creador,

cuanto más no nos hemos de asombrar

al vernos a nosotros mismos y contemplar que,

gracias al Bautismo, somos hijos de ese Creador.

El que seamos hijos de Dios es una realidad

que nunca debe dejar de asombrarnos.

2) Para pensar

A la persona humana

se le podrían encontrar muchas características,

desde las superficiales (como el color de los ojos,

la estatura, los años, etc.),
hasta las más importantes (como su voluntad

e inteligencia, su alma inmortal, etc.).
Entre todas esas notas,

hay una característica importantísima:

ser hijos de Dios. El Papa Juan Pablo II

nos hace considerar que la filiación divina

es una realidad a la que estamos llamados

 todos los hombres de la tierra,

de cualquier época y de cualquier lugar.

Dios nos ha creado para que seamos sus hijos.
La "vocación del hombre, vocación suprema,

es realmente la filiación divina:
la adopción a hijos en Cristo, Hijo Eterno,

consubstancial al Padre" (Homilía, 1-I-1991).

Por eso Jesucristo, antes de subir al Cielo,

les hace un importante encargo a los apóstoles

"Vayan, pues,

y enseñen a todas las naciones,
bautizándolas en el nombre del Padre

y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19).

Pensemos si le agradecemos a Dios

que haya querido otorgar

a todo el mundo tan valioso don.

3) Para vivir

Durante su vida aquí en la tierra

Jesucristo mostró tener un gran afán
para que todas las gentes

se acercaran a Dios Padre.

Nosotros hemos de imitarlo y colaborar con Él

en acercar también

a los que se encuentran alejados de Dios.
Hemos de fomentar en nosotros un verdadero afán

para que todas las gentes conozcan a Dios

y sean bautizadas.

Sabemos que hay países que en su mayoría

aún no conocen a Jesucristo.

Ojalá no falten nuestras oraciones

para que reciban cuanto antes

el anuncio del Evangelio.

Sin embargo, podría ser que a nuestro alrededor

se encontraran algunas personas

que aún no han tenido la dicha
de ser incorporadas a la familia de Dios.

Es el momento de ayudarles

para que conozcan y reciban el tesoro de la fe.