Una persona dinámica

Autor: Emmet Fox

 

 

Quien hace algo de una manera que además de nueva es mejor, es dinámico. Quien hace crecer dos granos de trigo donde antes crecía uno solo, es dinámico. Quien crea un negocio exitoso que sirve al público y genera empleo para otros, es dinámico. Quien inventa algo útil es dinámico. Quien compone buena música, escribe excelente poesía, pinta bellos cuadros o esculpe hermosas estatuas, es dinámico.

Quien cura de verdad es dinámico. Quien enseña con eficacia es dinámico.

Cuando estas personas se marchan del mundo, el mundo es distinto a como lo encontraron. Washington cambió el curso de la historia, y tú puedes cambiar la vida de una persona si la curas, la educas, o simplemente si la inspiras mediante tu propio ejemplo. Pero lo esencial es que, en el cuadro exterior, algo ha cambiado para bien.

Hay gente tonta que se siente satisfecha si la consideran dinámica. Esas personas se sienten contentas sólo con fingir. Las complace gastar sus energías en las apariencias. Adoptan un aire de importancia y hablan con grandilocuencia -lo cual, necesariamente, conduce a cierta ambigüedad- sobre las maravillas que hacen o han hecho en un lugar y en un momento remotos. Son dados a exagerar las pequeñeces. Todo esto, claro, no es más que un engaño sofisticado, y el opuesto de ser dinámico.

El verdadero secreto de una personalidad dinámica consiste en creer que Dios trabaja a través de ti, sea lo que sea lo que tú haces; ponerte primero a Su servicio, y ser tan sincero, práctico y eficiente como puedas. Si ejecutas este método, aunque sea por un período breve, te sorprenderás de los notables resultados que lograrás, y descubrirás que te conviertes en una persona verdaderamente dinámica.

Brindar un servicio real es estar realmente vivo.

"Por sus frutos los conoceréis" - Mateo 7:20.