Tu tambien puedes hacerme un regalo

Autor:

 

Paco, un niño de 8 años, fue a visitar a su abuelo, que estaba trabajando en su taller de escultor. Sobre la mesa tenía preparadas las figuras para el Belén: María, José, el Niño, los pastores, las ovejitas, el ángel. Paco se sentó y se quedo dormido. Y soñó... Soñó que todas las figuras del pesebre cobraban vida. Allá en la cueva estaban María, José y el Niño en la cuna. Y los pastores iban a saludarlo y llevarle regalos.

También el estaba entre los pastores, entonces se dio cuenta que no había traído ningún regalo para ofrecer al Niño. Hubiera querido escabullirse, pero estaba demasiado cerca y el Niño ya lo había visto. Se sentía avergonzado. De pronto escucho que el Niño le hablaba con voz muy suave.

-Paco, tu también puedes hacerme un regalo. Paquito estaba muy feliz y se preguntaba que cosa podría regalarle al Niño: tal vez mi abrigo nuevo, o quizá mi tren eléctrico...

-No, no –dijo Jesús- esas cosas las tengo mejores en el cielo. Quiero que me des tres cosas que no existen el cielo. Quiero que me regales tu cuaderno con las tareas de la escuela.

-¡Uy!- exclamo Paquito-, la maestra escribió “insuficiente”. ¿Cómo podría dar eso?

Sí, dámelo. En el cielo no existe eso. ¿No sabes que vine a asumir las limitaciones de los hombres?

Paquito aceptó entregarle el cuaderno.

-Quiero que me regales la taza en la que tomas la leche. Paquito se sintió mal, pero tuvo que decir la verdad.

-La rompí esta mañana-.

-No importa- continuó Jesús –tráeme los pedazos. Esos yo no los tengo en el cielo. ¿Sabes? yo vine al mundo para curar los corazones rotos.

 -Paquito, regálame lo que le respondiste a tu mamá esta mañana cuando te pregunto por la taza.

-Le dije una mentira- confeso Paquito avergonzado-. Dije que se me había caído, pero en verdad yo la empuje hasta el borde de la mesa, hasta que se cayó y se rompió, porque no me gustaba.

-Regálame esa mentira. En el cielo no existe eso, y yo vine para ser amigo de todos y perdonar lo que la gente hace mal.

Paquito se rindió. Con sentimiento mezclados de emoción, vergüenza, amor y alegría, le dijo al Niño:

Te entrego todo: mi cuaderno, mi taza y mi mentira.

Gracias. Esos regalos solo me los puedes hacer tu.

Paquito sintió una gran paz y como si alguien con cariño le colocara la mano sobre la cabeza. Despertó y el abuelo estaba allí acariciando su cabecita.