Todos o ninguno

Autor: 

 

Un niño de unos ocho años, un domingo recuerda a su padre que hay que ir a misa. 

-Hoy no vamos -dice el padre- Yo tengo otras cosas que hacer.

Pero, papá, insiste el niño, es que hoy tenemos la obligación de ir. Lo manda el tercer mandamiento de la Ley de Dios. (Santificar las fiestas). 
No te preocupes. Eso no tiene importancia. Ya irás otro día. 
El niño se calla. Pero al poco rato al ver que su papá lo manda a limpiar la casa interviene de nuevo: 
Oye papá, si el tercer Mandamiento no tiene importancia, el cuarto mandamiento (honrar padre y madre) aún debe importar menos… 

**

Los Mandamientos no son un capricho de Dios, ni unos obstáculos que nos coloca en nuestro camino. 

Son algo asi como las señales de tráfico en la carretera. La señal no crea el peligro, simplemente, lo señala, lo avisa. El peligro ya está ahí. Dios, porque nos ama, nos indica lo que nos conviene, lo que es bueno para nosotros y lo que no.

El habernos dado e indicado los Mandamientos, es una prueba de amor. Y la respuesta lógica, por nuestra parte, deberia ser el agradecimiento.

No conviene confundir fácil o agradable con bueno. Ni tampoco costoso con malo. Normalmente las cosas buenas cuestan. Amen.