Seguir esperando

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD 

 

 

Un turista en la India visitó una leprosería. Al ver a una enfermera curar a los leprosos exclamó:

            – Eso no lo haría ni por un millón de dólares.

            Y la enfermera respondió:

            – Yo tampoco. Lo hago gratis.

            Dios llamó y sigue llamando. Y la llamada de Dios es, con frecuencia, un misterio lleno de sorpresa y desconcierto, al que sólo cabe una respuesta de fe.

            Dios es desconcertante cuando llama y encarga a las personas una misión de salvación en favor de su pueblo. Moisés es uno de tantos ejemplos que nos presenta la Biblia. Dios irrumpe en su vida y lo escoge para liberar a su pueblo del faraón y llevarlo por el desierto a la tierra de libertad. En medio de todas las dificultades podría estar seguro de contar con la ayuda de Dios.

            Juzgando al modo humano el plan divino, encontramos grandes fracasos aparentes en los elegidos de Dios. Moisés murió en el Monte Nebo y no vio el éxito de su obra. Saúl terminó con un rotundo fracaso en Gelboé. Jeremías no pudo hacer nada para evitar la catástrofe de Jerusalén. Y Jesús murió en el Calvario. Pero el plan de Dios, a la larga o la corta, siempre triunfa.

            Dios sigue llamando a muchas personas para servir a su pueblo. Algunos acogen esta invitación desde un compromiso de vida en comunidad. El sueño de un mundo mejor, en el que cada uno sea hermano, no es una utopía imposible, sino que puede entrañar un comienzo de realización. Todo porque  creemos en Cristo, porque hemos aceptado ser interpelados por el Espíritu y abrasados por el fuego que purifica.

            Estamos llamados a hacer fraternidad en un mundo donde no hay igualdad de oportunidades, ni libertad de expresión, ni justicia. 120 millones de personas, de las 359 existentes en América Latina, viven en extrema necesidad; el lujo de unos pocos se convierte en insulto contra la miseria de las grandes masas.

El grito cada vez más numeroso de un mundo que reclama justicia y amor, no puede dejar insensible a todos aquellos que siguen a Jesús. Cada día son más los cristianos comprometidos con el Reino.

Ver tantos signos de vida en medio de una “cultura de muerte”, es motivo para seguir creyendo y esperando.