San Virila, haz un milagro
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San Virila no podía convencer a los incrédulos. Le dijeron:
-Haz un milagro y creeremos.
Se alejó el santo con tristeza: aquellos hombres no querían fe, querían circo. Entonces uno de la turba tomó una piedra y se la arrojó.
Le iba a pegar en la cabeza, pero poco antes de llegar la piedra se convirtió en un pájaro que se posó en el hombro del buen fraile. San Virila lo tomó en su mano, le acarició las plumas de la cabecita y lo puso después sobre la tierra. Ahí el pájaro fue piedra otra vez.
-Es un milagro el pájaro y es un milagro la piedra -les dijo San Virila a los incrédulos-. Toda criatura del mundo y toda cosa son fruto de un gran milagro que cada día se renueva. Los que quieren ver más prodigios a más de ése son ciegos que nada pueden ver.