David y Goliat

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Cuando el pequeño David se enfrentó al gigante Goliat todos presagiaban una derrota cantada.

Pero David, además de su ánimo y su entusiasmo, contaba con un poder especial: El poder de Dios.

Y David ganó el combate porque las victorias dependen de la estatura del alma y no de la estatura del cuerpo. Lee el capítulo 17 del primer libro de Samuel.

Las victorias sobre el mal, las crisis y los problemas dependen del estado de nuestro espíritu.

La gran urgencia para todos es hacer a diario "aeróbicos espirituales" en el gimnasio del alma.

Todo mejora cuando asumimos el compromiso diario de orar, meditar y cuidar el alma.

Así, unidos a Dios, vencemos el mal como David y no sufrimos por andar en un serio eclipse espiritual.