Entre la Esperanza y la Desesperación

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Cuando los discípulos de Emaús caminaban alejándose de Jerusalén. Estaban desolados!!! Pensaban además que todas sus esperanzas se habían hecho añicos con la muerte absurda de su Maestro. Estaban realmente desanimados. Por eso volvían a su pueblo, huyendo de Jerusalén, en un triste regreso, como unas sombras en se habían convertido sus vidas... Por más vueltas que le daban al asunto, no le encontraban sentido a todo lo que había sucedido aquellos días en Jerusalén.

Y en ese pasar y repasar los sucesos, por momentos la bronca (rabia) se adueñaba de sus corazones y la conversación se volvía en discusión. Y así, sin saberlo, se iba represando la frustración en sus corazones, hasta ese momento en que el Señor esperaba para intervenir: el momento en que la bronca sube al corazón del desanimado, y convierte su desánimo en desesperación.

Porque el Señor sabe muy bien --y tú también-- que es casi imposible hacer nacer la esperanza en el corazón de un desanimado. El desanimado ya no encuentra más motivos para seguir luchando. Perdió la esperanza, las ganas de vivir. Piensa que la pérdida ha sido tan grande, que ya nada podrá ser igual. ¿No serás tú --mi querido lector-- ese peregrino que va huyendo de tus fracasos?, ¿de tus pérdidas?, ¿de tus desilusiones?, ¿de tus esperanzas estrelladas?

Y a través de la bronca, como a los peregrinos de Emaús, el Señor nos quiere conducir, haciéndonos crecer hasta la desesperación!!!!

La desesperación, mi querido amigo, es el carecer de esperanza, es el necesitarla urgentemente. La desesperación es combativa, inquieta, busca apasionadamente: discute. Y el Señor, sabe muy bien que la esperanza más auténtica es aquella que es capaz de nacer de la desesperación superada!!!

El segundo discípulo de Emaús, que no tiene nombre (Lc 24,13 y 18), se llama com tú, porque ese discípulo eres tú, esa Jerusalén de la que huyes es tu propia vida; y ese maestro absurdamente muerto, son tus esperanzas, tus sueños e ideales hechos trizas!!! 

Tú, mi querido amigo, tal vez transitas o transitaste, en algún momento de tu vida, ese camino de huída, de bronca y de frustración!!!

Tú, mi querido amigo, discutías con el mismísimo Dios por el sinsentido de la partida absurda de ese ser querido, de ese trabajo perdido, de esa enfermedad diagnosticada!!!  Y el Señor te sale al encuentro, antes que tu esperanza se vuelva desesperación...

Al igual que los discípulos de Emaús, hazte el encontradizo con el Señor, el único que te puede devolver la esperanza y volver hacer arder tu corazón.

"He aquí que estoy a la puerta y llamo.
El que escucha mi voz y abre la puerta,
yo entraré y cenaré con él y él conmigo"
Apocalipsis 3,20

Ábrele la puerta de tu corazón, háblale. Discute con él, como lo hicieron los discípulos de Emaús. A veces la discusión es la válvula de escape para liberarnos de toda la bronca acumulada... por el dolor... por la desilusión... por la frustración.

Hoy, tienes una preciosa oportunidad. Darte una nueva oportunidad de amar, de ser un luchador. Solamente aquellos que estén dispuesto a enfrentar las grandes batallas, serán aquellos que logren alcanzar los grandes triunfos!!!!  Es imposible ganar sin luchar!!!!

No tiene que tener miedo ni temer, porque el Señor está contigo!!!