Quiero ser sembrador.
Autor:
Ser sembrador, es vivir de Esperanzas, o... de ilusiones.. Mas hay que ser siempre sembrador. Sin cansarse nunca, sin desfallecer jamás. Algunas semillas germinarán, algunas darán fruto, tal vez en abundancia... por eso hay que sembrar generosamente.
Palabras buenas, que caen en las almas y que quedan allí ocultas quizás por mucho tiempo como algunas semillas bajo tierra.
Las palabras de aliento en el momento oportuno, la palabra de simpatía o de comprensión, la palabra seria, que llama a la reflexión y que invita a la enmienda... Todas las semillas que debo ir sembrando a mi paso como el Divino Sembrador.
Qué importa, si germinan y dan fruto, que yo no llegue a saberlo. Sembrar con desinterés y con amor. Y quizá también un día tendré una grata sorpresa, aquella palabra dicha al pasar cayó, en tierra fértil y en ella arraigó... y la planta creció y dio luego flores y frutos.
¡Ah, la semilla que dejé caer sin casi darme cuenta, y que la Mano Divina cultivó en aquella alma, tierra buena y fecunda!
Fue un buen deseo provocado por aquella palabra, fue una alegría causada, fue una vocación confirmada, fue... la semilla de aquella palabra que brotó y dio su fruto ¡Gracias Señor! Quiero ser sembrador. Siempre y en todas partes. Sembrador de alegría, de paz, de consuelo, sembrador de esperanzas, de fe y de amor.
Dejar caer mis semillas con amor desinteresado y generoso. Que muchas no germinarán ¡no importa! mi deber es sembrar. Lo iré cumpliendo sin descanso y dejaré al Sembrador Divino, al Único que puede dar a la semilla el poder de germinar y crecer, y el poder dar fruto al éxito de mi trabajo.
Seré el sembrador humilde y silencioso que se contenta con sembrar y esperar en la paciencia.
¡Un día, quizás no muy lejano, los frutos de mi siembra alegrarán a Dios!