Quien desea incubar un pollo, tiene que sacrificar un huevo

Autor: Aurelio Mejía Mesa

 

Una empresa estaba pasando por uno de sus peores momentos, pues las ventas iban mal, los trabajadores y colaboradores estaban desmotivados y la situación financiera del negocio era crítica.

Era preciso hacer algo para revertir el caos, pero pocos querían asumir nada. Por el contrario, muchos se limitaban a murmurar que las cosas andaban mal y que no existía perspectiva de progreso en la empresa.

Pero así como germinan plantas o hierba en sitios donde uno menos se lo imagina, tal como en rendijas de muros o de una calle asfaltada, un día, cuando los funcionarios llegaron a trabajar, encontraron en la portería un enorme cartel que decía:

"Falleció ayer la persona que impedía el crecimiento de nuestra empresa. La velación será hoy en la cancha deportiva. Lo esperamos allí"

En principio muchos se entristecieron ante la muerte de alguien, pero todos sentían curiosidad por saber quién estaría bloqueando el crecimiento de la empresa. La agitación en la cancha era tan grande, que fue preciso llamar a los guardias de seguridad para organizar una fila.

A medida que las personas iban aproximándose al cajón, la excitación aumentaba.

- ¿Quién será el que estaba estorbando el progreso?

- ¡Para bien de todos, afortunadamente se murió!

Uno a uno, los empleados de la empresa se aproximaban al cajón, pero al mirar hacia adentro por la ventana abierta, se quedaban pasmados y se retiraban en absoluto silencio como si hubiesen sido heridos en lo más hondo de sus almas.

- ¿A quién habían visto allí que tanto los afectó?

Pues bien, realmente en el fondo del cajón lo único que había era un gran espejo, en el que cada uno veía reflejada su propia imagen.

 

Consideraciones:

Si en el deporte es tan esencial el trabajo sincronizado de todos los miembros del equipo, tanto más el del grupo en una empresa, un negocio, una familia, una institución cualquiera.

De niños aprendimos que, cuando el viento sopla en todas las direcciones, la cometa no se eleva; y si acaso lo hace, pronto caerá.

Sólo existe una persona capaz de limitar tu crecimiento: tú mismo.

Podrán obligarte por un tiempo a hacer cosas que no quieres, pero sólo tú puedes cambiar realmente tu vida, para bien o para mal.

Más que nadie, eres la persona que puede ayudarte a ti mismo. Comprende que la vida no es algo que se nos da hecho, sino que se tienen que producir los hechos para alcanzar el exito.

Y si fallas en algo, como muchas veces ocurre también en la vida de los triunfadores, en vez de intentar justificarte en los posibles culpables, ten en cuenta que para obtener resultados es preciso hacer las cosas, en lugar de buscar razones para no hacerlas y explicar por qué no se pueden hacer.

Evita preguntarte: ¿por qué? En su lugar, utiliza la expresión: ¿para qué? ¿qué puedo aprender con eso?

Es dentro de tu corazón donde encontrarás la energía para transformarte en el artista de tu propia creación.