Que no seamos deficientes del alma

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Una mendigo, nos hace parar para analizar la vida, la nuestra y la de nuestro semejante.

Pasamos tantas veces por las calles, vemos sillas de ruedas, ciegos, muletas y muchas veces desconocemos el dolor.

El dolor del prójimo, que muchas veces pasa desapercibido por nosotros.

De aquellos que piden en el semáforo.

De aquellos que nunca pudieron percibir la luz, las flores, el sol, los mares.

De aquellos que pudieron ver, pero perdieron este Don maravilloso.

De aquellos que no pueden salir de casa, fácilmente como nosotros, porque no pueden andar, nacieron así o algo los dejó así, un accidente, una dolencia ...

Es maravilloso tener el Don de andar, para el trabajo, para un paseo. !

Qué preciosas las manos que crean, trabajan sin cesar !, y muchas veces, ni nos acordamos de ellas.

Cuántos las perdieron, en su función o no las tienen más.

Qué difícil debe ser querer trabajar, crear y no poder, porque muchos pueden trabajar, pero el trabajo no los despierta, sólo perdiendo la función, muchos comprenderán y sentirán la falta.

Cuántos salen en sus autos, irrespetuosos de la vida y cuántos vuelven parapléjicos.

Varios adolescentes degradan su cuerpo, en el mundo de los vicios.

Muchos deficientes no pueden hablar ni oír, muchas veces ignoramos ...

Cuánta deficiencia, en este mundo que es de materia ! y cuán falibles y vulnerables somos !.

Pero... no siempre el hombre piensa en esto.

No siempre las autoridades, los gobiernos hacen algo para aminorar los dolores de estas personas, que también son seres humanos.

A pesar de todo grande es la lucha humana y la capacidad del hombre.

Cuantos parapléjicos se tornarán atletas, cuántos que perdieron sus piernas, están dando clases afuera por los mares, cargando prótesis.

Varios se tornaron campeones en salto, cargando una pierna protética.

Se pierde una función, pero el hombre aprende a desenvolver otra que la compensa.

Muchos ciegos, saben leer, muchos cantan. 

Los parapléjicos pueden trabajar, pueden ser buenos locutores, vendedores, pintores.

Están allí afuera, cargando sus dolores, pero dando lecciones de vida, de lucha, de amor.

Porque peor que aquel que es deficiente de materia, es aquel que tiene la materia perfecta y la destruye, en el tránsito, en las drogas, en la violencia.

Peor, es aquel que tiene las manos perfectas y no pueden extender la mano a su semejante, tiene el reumatismo en el espíritu.

Cuántos las han usado para matar.

Peor es aquel que usa las manos para practicar el mal al prójimo.

Mejor es tener la deficiencia de la falla, que usar la falla para degenerar, desunir, degradar.

Cuántos tienen piernas perfectas ! y no son capaces de caminar hasta aquel que sufre el frío el hambre, el dolor.

Se quedan en sus casas, lastimando la vida, reclamando de todo y de todos, muchas veces, criticando a aquellos que están en el trabajo, o aún a aquel deficiente que está en las calles trabajando para ganarse el sustento.

Peor deficiente es el deficiente del espíritu.

Valoricemos el instrumento que Dios nos dio para el trabajo. Si nos falta una mano, tenemos la otra, si no la tenemos, podemos usar las palabras para orientar, podemos caminar hasta aquel que sufre más. 
Una persona parapléjica, si tiene las manos, puede trabajar con ellas de muchas formas, puede crear muchas cosas.

La mayor bendición que el ser humano puede conocer, que lo hace crecer siempre, es el trabajo honesto, caritativo, sea el que sea.

Pero ... si él no puede trabajar, si la deficiencia lo limita en una cárcel de dolor, que entregue a Jesús su pesar.

Que siempre podamos agradecer las bendiciones en nuestras vidas, y nunca nos olvidemos de aquellos que tienen mucho menos que nosotros.

Que no seamos deficientes del alma.