Peregrinos a Belén

Autor: Blanca María Alonso Rodríguez

 

¡Padre, quiero ir a la gruta
donde dicen que está Dios!
¡Sabré librar los caminos
como lince corredor

Al alba lo pregonaban
tres pastoras y un pastor.
Vieron, en la negra noche,
sobre un risco un resplandor,
un alífero celeste
que del cielo descendió
para anunciar a los hombres
que Dios en Niño encarnó.

Declaró que lo hallarían
en un pobre portalón,
reclinado sobre pajas,
para ser El Salvador.

Y los pastores, sumisos,
sin entender la razón,
al portalón se marcharon
con ganado y con zurrón.

¡Padre, quiero ir a la gruta
donde dicen que está Dios¡

Al alba lo pregonaba
la mujer de un labrador.
Dijo que, en la negra noche,
brillar una estrella vio,
con un brillo tan brillante
que sin palabras le habló.

“Ven a Belén, labradora,
- el destello susurró -
que Dios Niño ya ha nacido
para ser El Salvador”

Y la humilde labradora
cogió deprisa un serón,
lo llenó de verdes frutos
y hacia Belén se marchó.

¡Padre, quiero ir a la gruta
donde dicen que está Dios¡

Al alba lo pregonaba
un anciano pescador.
Dijo que, en la negra noche,
vio posarse un gran fulgor
sobre un establo muy viejo,
que con su luz relumbró.

“ Pescador, ven al establo,
_el lucero proclamó_
que Dios Niño ya ha nacido
para ser El Salvador.”

Y el creyente y buen anciano
de su canasto escogió
los pescados más sabrosos
y hacia el establo marchó.

¡Padre, quiero ir a la gruta
donde dicen que está Dios!

Al alba lo pregonaba
lavandera del albor.
Dijo que, en la negra noche,
una gran luz rieló
el río donde lavaba
como si fuese un farol.

“ Lavandera, ve al pesebre
_el diamante, pronunció_
que Dios Niño ya ha nacido
para ser El Salvador.”

Y la blanca lavandera
de su tendal descolgó
las prendas más relucientes
y hacia el pesebre marchó.

¡Padre, quiero ir a la gruta
donde dicen que está Dios¡

Al alba lo pregonaban,
muy cerca del torreón,
las coronas de tres Reyes,
Baltasar, Gaspar, Melchor,
que desde Oriente llegaron
guiados por la visión,
al comprender el mensaje
del Niño que es Hombre y Dios.

Serpenteando senderos
en su peregrinación,
fueron a informar a Herodes
por ser persona de honor.

Y, tras corté despedida,
siguieron su procesión
con oro, mirra e incienso
para ofrecérselo a Dios.

¡Padre, quiero ir a la gruta
donde dicen que está Dios!
¡Sabré librar los caminos
como lince corredor!