Parábola del gallo

Autor: San Antonio María Claret

 

En lo que más tengo que luchar es en la comida. Mi cuerpo es como un mal borrico, y no pocas veces me gana y se burla de mí. Tiene hambre cuando en la mesa ve la comida. Yo le hago ayunar tres días a la semana: miércoles, viernes y sábado. Todos los días del año, aun en las fiestas principales, no quiero que coma carne ni pescado. Pero quiero que se guise para los demás de la casa, y ellos comen, y yo no; y esto es para el cuerpo la pena de Tántalo.

Lo mismo sucede con el vino. A mí me gusta la carne y el vino, pero no quiero comer ni beber, y me hallo mejor de cuerpo y alma. En cuanto a la abstinencia de comer carne y pescado, y de beber vino, se conforma, aunque con algún trabajito. Lo que más se le resiste es el abstenerse de la demás comida. Quiero mayor cantidad de la que yo le quiero dar, y a lo mejor me hace faltar en tomar un poquito más de lo que yo me proyecto.

Todavía hago otra falta mayor, y es que como más deprisa de lo que yo quiero y me propongo. Entre día no tomo nada de comida ni bebida. No puedo contener el borriquillo de mi cuerpo; se me escapa y como más pronto de lo que me propongo.