No entiendo...

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Señor hay muchas cosas que yo no entiendo…

Me esfuerzo, pero todavía guardo rencor, 

Tú me dices: ¡perdona!
Tengo miedo y me dices: ¡ánimo!

Dudo y temo, pero Tú me dices: ¡confía!
Me siento angustiado y me dices: ¡tranquilo! ¡ Que he resucitado! 

Prefiero estar solo y me dices: 
¡Ven y Sígueme!

Fabrico planes y me dices: 
¡Déjalos!

Busco bienes materiales y me dices: 
¡Despréndete!

Quiero seguridad y me dices: 
¡Sólo ten Fe! 

Quiero vivir y me dices: ¡Da tu vida!
Quiero ser bueno y me dices: ¡No es suficiente!

Quiero ser jefe y me dices: 
¡Sirve!

Quiero mandar y me dices: 
¡Obedece! 

Quiero comprender y me dices: ¡cree!
Quiero claridad y me hablas en parábolas.
Quiero poesía y me hablas de realidades. 

Quiero violencia y me hablas de Paz.

Saco la espada y me dices: ¡Guárdala!

Pienso en venganza y me dices: ¡Presenta la otra mejilla!

Hablo de paz y me dices: ¡He venido a traer la espada! 

Intento ser conciliador y me dices: ¡He venido a traer fuego a la tierra!

Quiero esconderme y me dices: ¡Muestra tu luz!

Busco el primer puesto y me dices: ¡Siéntate en el último lugar!

Quiero ser visto y me dices: ¡Reza en lo escondido! 

¡No! No te entiendo, Jesús. Me provocas. Me confundes.

Al igual que tantos de tus discípulos también yo quisiera hallar 

otro maestro que fuera más claro y exigiera menos.

Pero me sucede lo que a Pedro: 
¿Señor a quién iré?
No conozco a nadie que tenga como Tú, 

palabras de vida eterna. 

Sería de mucha bendición para tus seres queridos recibir esta meditación.

No te olvides también decirles, que El ha resucitado 
y su sepulcro está vacío…

Así nos lo dicen las escrituras… 

¿Te unirías con nosotros a pasar este mensaje?

Cristo te ofrece una nueva vida

¡Atrévete a decirle que sí!