Los tres ladrones

Autor: "Florecillas" de San Francisco de Asís

 

Fray Angel, un joven alto y robusto, guardián del convento de Monte Casale, estaba tan indignado, que hablaba solo:

-¡No hay derecho! ¡Habrase visto qué atrevimiento! Y además querían que les diese de comer! Pero ¿qué se han creido? Es una vergüenza. ¡No se puede consentir!

San Francisco de Asís llegaba en aquel momento con un saco de pan y un poco de vino, que él y un compañero habían recibido en limosma, y al encontrarlo refunfuñando preguntó:

-¿Qué ha pasado fray Angel?

-¡Es incleíble, Hermano Francisco! Han llegado unos maleantes, tres ladrones, y ¿sabe lo que querían? ¡Nada menos que les diese de comer y beber?

-¿Y tú qué has hecho, hermano?

-Pues los he reprendido fuertemente, tratándolos como se merecen; ¡encima de robar, no los voy a alimentar! Los he despedido y les he dicho que no volvieran a acercarse, pues de mí nunca recibirían ni comida ni bebida.

-¡Fray Angel, no has obrado bien!, le contestó San Francisco con tristeza. ¿No sabes que Jesús no vino a salvar a los justos sino a los pecadores? Ahora yo te mando, en virtud de santa obediencia, que agarres esta saca de pan que yo he traido y este poco de vino y rápidamente vayas tras ellos por montes y valles, hasta que los encuentres.

Entonces les presentarás este alimento y esta bebida; luego te arrodillarás ante ellos y humildemente les pedirás perdón por tu crueldad y les rogarás de parte mía que dejen el mal camino, que no atropellen a los demás, y yo proveeré a sus necesidades.

Fray Angel, obediente a la orden recibida, corrió tras los ladrones, los halló, se postró a sus pies y obró según le había ordenado San Francisco.

Y aquellos ladrones que, por la conducta de Fray Angel se habían alejado del convento resentidos y con propósito de vengenza, se quedaron pensativos, comprendieron su mal proceder y propusieron cambiar de vida.

Poco después, San Francisco los recibió en su orden y empezaron hacer penitencia.