Los monjes y el mundo...
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"Son las seis de la mañana,... Hace mucho frío y esta lloviendo... Desde
la ventana de mi habitación veo salir por la puerta del convento una fila de monjes que en silencio y cargados con palas, picos y azadones, se dirige a su trabajo... Van todos con sus capuchas caladas y calzados con unas fuertes botas claveteadas, como las que usan los campesinos en las tierras de Castilla... 

Las gotas de agua caen como perdigones sobre la fila de monjes... Van a trabajar lejos del convento... 

En la carretera se cruzan con un lujoso automóvil, que al ver el extraño
cortejo va deteniendo su marcha... Pero la fila de trapenses no mira, se
cruza y sigue andando.

Los ocupantes (del) coche se extrañan, los contemplan con curiosidad y una vez pasada su sorpresa, se vuelve a oír el ruido del motor que en un
arranque violento, se lanza nuevamente a toda velocidad sobre la asfaltada carretera... El hecho en si no tiene gran importancia, cada cual sigue su camino y en paz... Pero, fijándose bien, ¡que caminos tan distintos llevan los hombres al pasar por esta vida!... De un lado el que corriendo a gran velocidad, no se detiene ni un momento a pensar, ni a reflexionar, porque se lo impide y le agobia la cantidad de equipaje con que marcha sobre el mundo... Y siempre, siempre corriendo a gran velocidad sobre una asfaltada carretera. Y en cambio, en sentido contrario del camino, van unos hombres que en silencio y a pie dejan que las gotas de agua les calen sus vestidos, y no miran al que pasa a su lado, pues el camino que se han trazado es recto y tienen gana(s) de llegar sin tropiezo a su fin, y no se pueden detener..."