Los extras

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Hoy al atender el teléfono que insistentemente exigía atención, mi mundo se desmoronó.


Entre sollozos y lamentos, la voz del otro lado de la
línea me informaba que mi mejor amigo, mi compañero de todos los días, mi hombro, camarada, había sufrido un grave accidente, y falleció instantáneamente.


Recuerdo haber colgado el teléfono y caminado a pasos lentos para mi dormitorio, mi refugio particular.


Las imágenes de mi juventud vinieron casi instantáneamente a mi mente.


La facultad, las borracheras, las conversaciones a la vuelta de las salidas hasta altas horas de la noche, los amores no correspondidos, las confidencias al pie
del oído, las complicidades, las risas...... ahhhhh... las risas.


Cómo eran fácil de surgir en aquella época.


Recordé las lágrimas de las despedidas, y principalmente, las promesas de nuevos encuentros.


Recuerdo las promesas de que nunca sería olvidado, y realmente nunca lo fui.


Perdí la cuenta de las veces en que cariñosamente me llamaba cuando yo estaba en el fondo del pozo.

 

Los mensajes, que nunca respondí, que constantemente me enviaba, llenando mi correo electrónico de esperanzas y promesas de un futuro mejor.

Recuerdo que fue su rostro preocupado que vi cuando salí de mi cirugía de apéndice. 


Recuerdo que fue en su hombro que lloré la pérdida de mi querida mamá. Fue en sus oídos que derramé los lamentos de un noviazgo terminado.


A pesar del esfuerzo para recorrer mi mente, no conseguí acordarme de una sola vez en que tomé el teléfono para llamarlo y decirle a él lo importante que era para mi contar con su amistad.


Al final yo era una persona muy ocupada, No tenía tiempo.


No recuerdo de una sola vez en que me preocupé por conseguir un texto gratificante para enviar a él, o cualquier otro amigo, con el objeto de darle un día
mejor. No tenía tiempo.


No recuerdo haber sido capaz de levantar el teléfono y llamar solo para saludarlo. No tenía tiempo.


No recuerdo de hacer cualquier tipo de sorpresa, como aparecer con una botella de vino y el corazón abierto dispuesto a oír. No tenía tiempo.


No recuerdo de algún día en que estuviese dispuesto a oír sus problemas. No tenía tiempo.

 

Tal vez él, que siempre inundó mi mundo con su iluminada presencia, estaba sintiéndose muy solo.


Así mismo los mensajes que constantemente dejaba en mi "secretaria electrónica", podrían ser su modo de pedir ayuda.


Aquellos mismos mensajes que simplemente apagué de mi "secretaria electrónica", jamás se apagarán de mi conciencia.


Estas dudas que ahora me inundan nuca más tendrán respuestas.


Mi falta de tiempo me impidió responderle.


Ahora, lentamente elijo ropa negra, digna de mi estado de ánimo.


Tomo el teléfono y aviso a mi jefe que no iré a
trabajar hoy, y quien sabe mañana o después... tomaré el día para homenajear con mi llanto a una de las personas que más amé en la vida.


Al colgar el teléfono, veo con sorpresa, entre lágrimas, de que para esto, TUVE TIEMPO !!!


Descubrí que si no tomas las redes de tu vida el tiempo te devora y te esclaviza.


Trabajo con el mismo entusiasmo de siempre, pero solamente soy "el profesional" durante mi jornada de trabajo.


Fuera del trabajo, soy un ser humano.


Nunca más un mensaje de mi "secretaria electrónica" se quedó sin por lo menos un "hola" de respuesta.


Trato constantemente de llenar el correo electrónico de mis amigos con mensajes de amistad y días mejores. 


Escribo tarjetas de cumpleaños o de nacimientos, siempre recordándoles a las personas lo importantes que son para mi.


Abrazo constantemente a mis hermanos y a mi familia, pues los lazos que nos unen son eternos.

Esos momentos suelen desaparecer con el tiempo, y todo el cuidado es poco.


Reparto sonrisas y abrazos a todos los que me rodean, al final para que guardarlos?


En fin tu encontraste un tiempito para leer este...

¡Deja a alguien feliz hoy y siempre!