La vida como mérito o como don

Autor: P. Idar Hidalgo 

 

 

Hay dos maneras de ver la vida: como mérito o como don.

Cuando la vemos como mérito, nunca es suficiente lo que se nos da y siempre estamos en actitud de que los demás no hacen lo suficiente por darme lo que merezco; yo pongo todo lo necesario para que los demás sean felices, pero los otros no hacen nada para que yo sea feliz; yo he cumplido, yo he hecho todo lo posible y nadie me paga mi entrega, todos me deben, soy un acreedor de la existencia, y no puedo pasarme la vida cobrando a todos los que me deben; desde luego con una carga de amargura, de tristeza, de desánimo y desesperanza. 

Esta visión de la vida nos conduce a estar inconforme frente a todo incluso frente a Dios, porque el mismo Dios debería reconocer mis méritos, que siento que ya he ganado, incluso los triunfos no podemos disfrutarlos en esta actitud porque son facturas que nos están pagando, son derechos que hemos adquirido. Desde luego en esta actitud de vida la soberbia nos esclaviza y rivalizamos con los demás y todo lo veo como agresión, todo es competencia y dejamos nacer el juicio, y racionalizamos nuestros fracasos, justificamos nuestras caídas, nos hacemos víctimas de la vida y de todo lo que nos rodea. 

Caminamos con una gran inseguridad teniendo la seguridad en nuestros pequeños e intrascendentes logros. Esta visión de la vida no me permite ver al otro porque me empeño en verme a mi mismo, estoy más atento en lo que doy que en lo que recibo. Lo que doy lo valoro mucho, lo que recibo lo desprecio o menosprecio, porque al fin y al cabo YO MEREZCO ALGO MÁS Y MEJOR.


La segunda forma de ver la vida es como don, todo lo vemos como regalo, todo lo vemos como gratuidad, y entonces tenemos sentimientos y razones para vivir agradecidos, porque sabemos que se nos da más de lo que merecemos. 
Todo es gracia, todo es don y la vida la percibimos más como deudores de ella, debemos más a la vida de lo que nos pudiera deber. Dios nos da más que lo que pueden alcanzar nuestros méritos. Las relaciones con los demás, más que cobrar es como compartir. Valoro más lo que se me da, que lo que yo puedo dar. Busco manos vacías para llenarlas de lo que Dios gratuitamente me ha dado, no quiero llenar las mías porque están demasiado llenas, he recibido tanto, la vida ha sido generosa conmigo, Dios me ha dado tanto...

Mirar así la vida nos hace brotar de nuestros labios GRACIAS, por el aire, por la vida , por la salud, por los amigos, por la paz del corazón, por los fracasos, por las noches del alma, gracias por todo, porque se bien que no se mueve la hoja del árbol sin la voluntad de su Dueño. Y para el que ama todo le ayuda para su bien.

Démonos la oportunidad de vivir agradecidos, de vivir enamorados, porque no importa cuáles sean nuestras preguntas, la respuesta siempre habrá de ser la misma...AMAR.