Las exigencias de un Si

Autor:

Enviado por: María del Carmen Gatti

 

Toda la grandeza de María, arranca de su "Si", pero fijémonos bien en el detalle: Dios tuvo que esperarlo...tan respetuoso es con Su Criatura.
 
Jamás Dios nos hará santos sin nuestro propio querer.
Recordemos la bella parábola del hijo pródigo: Lo espera todas las tardes. Pero jamás lo fuerza.
 
El "Si" es la respuesta mas definitiva y terminada del amor....desgraciadamente existen muchos "No" y muchas posturas impermeables ante la acción divina. Pequeñas fortalezas que no acaban de decidirse a entregar su rendición, de la que dependería la entrega misma del Rey.
 
A veces para un "Si" hay que poner en movimiento todos los dones del Espíritu Santo.
 
La faena mas hermosa del amor es donarse. Y los arrancones de nuestro "Yo", ¡Lo mas bonito que tiene nuestra existencia!
Establezcamos pues nuestro domicilio en el Espíritu Santo, pero no un domicilio a rentas o a mudanzas, sino una residencia fija y vitalicia, escriturada en una inefable compraventa del solemne "Si".
 
Quien vive todas las exigencias de un Si, ha franqueado ya la puerta grande de la amista con Dios.
 
A medida que el alma se va purificando y estilizando, su subida se va volviendo más blanca y diáfana, como el anuncio de un blando y suave amanecer y se envían relámpagos por los que barrunta una aurora desbordante de bellezas...y las rocas puntiagudas de la ascensión y sus lajas cortantes, van quedando atrás...es entonces cuando la escarcha fría que la cubre, se torna luminosa y radiante.
 
¡Cuánto nos dirían de estas cosas los santos! Ellos que siempre alargaron su manos para dar a Dios la moneda llameante de su "Si".
 
El  "Sí" llevado a su plenitud, es el puente tendido entre lo bueno y lo heroico. Es el enlace entre lo imperfecto con lo santo.
 
Hay almas que de un solo golpe de estado se posesionan del Reino de la Santidad: por el martirio, hay otras -la mayoría- que lo conquistan por su "Si".
 
¡Hay que rectificar a toda prisa cuando no esté correcto!
¡Hay que reemprender a toda marcha la santidad!
 
Santos...¡Porque no vale la pena ser otra cosa! ¡Que Dios nos ayuda!