La paz

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Un valor fundamental para las personas, las familias y las naciones

 ¿Cómo puede cultivarse este valor desde nuestro interior?

Vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos son los ideales de paz que más se predican.

Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde dentro.

Depende de lo que llevamos en el interior.

La paz puede verse a nivel internacional o a nivel personal, pero en cualquier perspectiva debemos entender que no surge como producto de un "no meterse con nadie", con un dejar hacer a los demás para que me dejen "vivir en paz".

La calma y tranquilidad tampoco se da, necesariamente, como producto de convivir con personas afines.

La paz es el fruto de saber escuchar, de entender las necesidades ajenas antes de las propias.

Mucho de la paz que podamos vivir con los demás radica en nuestra forma de expresarnos.

El disgusto nos mueve a reprender en el momento sin medir las palabras que utilizamos. Por eso es importante pensar con serenidad antes de tomar cartas en el asunto.

Una de las grandes fuentes de la paz, o de la guerra, está en la familia.

Los esposos deben ser conscientes que al crear el vínculo conyugal, se comienza a dar la fusión de distintas costumbres y formas de pensar. El arte de convivir, olvidarse del afán de dominio y buscar el justo medio entre las diferencias, trae la armonía como consecuencia.

 La paz interior surge como un producto del conocimiento propio: aprender a dominar nuestro egoísmo y el deseo de tener siempre la razón; saber escuchar y comprender las debilidades propias y ajenas.

Pero sobre todo: pensar en los demás siempre.

Cuando esto ocurre conciliamos la paz con nosotros mismos y con nuestros semejantes.