La Fe, fuerza poderosa

Autor: Padre José Luis Hernando

 

 

Paz y bien para todos.

Sería curioso y resultaría interesante conocer cual es la cosa más poderosa del mundo. Para muchos, estoy seguro que ya lo tienen en mente, y tienen la respuesta. Lo más poderoso es el dinero, porque es la llave omnipotente que abre todas las puertas, y ya lo recordaba Francisco De Quevedo en la España del Siglo XVI. Poderoso caballero es Don Dinero. 

Pero más fuerte que el dinero hay otros caballeros, hay otros elementos u otras cosas otros valores, otros ideales, y así nos lo relata un proverbio musulmán que es muy interesante. Presten atención. "Las montañas parecen ser más fuertes que nada, pero el hierro es capaz de pulverizar las montañas." "El fuego, es aun más fuerte ya que logra fundir al hierro." "El agua vence al fuego, pues consigue apagarlo, pero las nubes dominan el agua pues esta es absorbida por aquellas." "El viento se ríe de las nubes pues las disipa." "El hombre camina contra el viento y lo domina, pero el vino, el alcohol aturde al hombre, y le deja inconsciente, el sueño es mas fuerte que el vino pues disipa sus efectos. Pero la tristeza ahuyenta el sueño y quita la paz." Según este largo y sabio refrán, la tristeza sería la cosa más poderosa de la tierra. 

Líbranos Señor de la tristeza, debería ser una súplica constante en todo cristiano consciente. A Dios no le gusta la tristeza y menos le gusta que nos lo imaginemos triste, con cara de juez implacable o de patrón vengativo, y mucho menos como una persona alejada, lejana, indiferente, completamente fuera de nuestra realidad, o como algo así, una persona aislada que no se interesa para nada en sus hijos. 

Dios no es así, Dios es alegre y sobretodo, Dios es un padre que está preocupado de cada uno de nosotros. El evangelio es una buena, es una nueva, y es una alegre noticia, no hay nada que defina mejor la característica dominante del reino de Dios como la alegría. Alegría de ángeles, de reyes y pastores al contemplar al Dios recién nacido, la alegría que se siente al encontrar el tesoro escondido de la vida divina. La alegría de hacer sitio para todos en una mesa común, pues la verdadera alegría siempre es comunitaria. Alegría de sentirse seguros en las manos de Dios, libres de agobios y preocupaciones tontas pues a su lado se ve mejor como cada día tiene su propia inquietud. 

Alegría de sentirse querido, acariciado, tocado acompañado por aquel que se define a sí mismo como el resucitado, y se define como alegría y gozo.

Que la paz y el gozo estén con ustedes es el saludo constante de Cristo después de resucitar. Con razón decía Chesterton, que la alegría es el gigantesco secreto de los cristianos. Pero parece que lo hemos entendido muy mal. 

Porque muchas veces asociamos lo cristiano, o el clero o al sacerdote a la iglesia con lo triste, con los difuntos, con lo que hace llorar, con las tragedias, con las enfermedades, con los accidentes con el buscar un consuelo cuando uno lo único que necesita es encontrar a alguien con quien llorar. 

Y Dios nos habla también de la alegría, y la iglesia debe ser la que refleje y proyecte y extienda esta presencia gozosa de Dios entre los humanos. Porque Dios es vida y la vida también es alegría.

Alguien se ha entretenido en ver que es la palabra, o cual es la palabra mas repetida en la Biblia, sobretodo en el Nuevo Testamento, y la palabra que más se repite es la palabra gozo y alegría, y cuando ustedes leen, que sé yo, las parábolas de Cristo cuando el habla de la oveja perdida, o de la monedita que encuentra la mujer barriendo su casa, ahí se repite cuanta alegría hay en el cielo, como se regocija el pastor que encuentra la oveja que ha perdido. Cuanta alegría habrá ante los ángeles de Dios, como invita a todos los vecinos y familiares a que se unan a su alegría.

Mis buenos radioescuchas, si nosotros los cristianos andamos por la vida con cara triste o de tranca no es porque Cristo nos lo haya mandado o pedido, sino porque nosotros tal vez no conocemos a Cristo o le conocemos bastante lejano, o bastante desfigurado. La alegría es el secreto del cristianismo como diría el famoso autor Chesterton y en la tristeza está el secreto de los éxitos del diablo. Le encanta sembrar el desaliento, la amargura, la insidia el desencanto y la inseguridad. 

La tristeza no sólo quita el sueño también provoca la envidia y los celos. Sólo basta recordar la historia de nuestros dos primeros hermanos Caín y Abel. Caín andaba siempre triste con mala cara, amargado. Dios trató de prevenirle y le aconsejo, "Si actuases bien tu cara reflejaría alegría, pero como no haces el bien, el pecado te asecha y quiere dominarte, pero tu puedes vencerlo." Está en el génesis el Capítulo 4. Caín podía, pero no quiso, pudo en él mas la tristeza, la fuerza del mal, la insidia de Satán. La tristeza es mala consejera y peor compañera. Agota el espíritu, destruye la ilusión, a veces surge del orgullo herido de la falta de fe. 

La tristeza va descartando toda posibilidad o toda esperanza y se cierra toda relación o comunicación de amor. La tristeza precede, acompaña y subsidia al pecado. Por eso San Francisco de Asís nos recuerda que la alegría es el remedio mas seguro contra las mil insidias del demonio. Y por eso San Pablo nos insiste y repite, estén siempre contentos. Pocas palabras, repito, están mencionadas tantas veces en la Biblia como la alegría y gozo. Nuestro Dios es el Dios que alegra nuestra juventud, y la alegría del Señor dice en Nehemías en una frase perfecta, Nehemías 8. La alegría del Señor es nuestra fortaleza, mas fuerte que la tristeza es la fe por supuesto. Pues sólo la fe puede superar cualquier tristeza que pretenda quitarnos el sueño, o llevarnos al pecado. Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe, dirá el Apóstol Juan.

Nada ni nadie puede arrebatar al cristiano la alegría de creer en Dios, la fe produce y alienta el gozo en medio de las dificultades y contratiempos. No todo es fácil, ni siempre el camino es recto y llano, pero por la fe vemos como Dios traza una ruta recta, por encima o por debajo de las líneas torcidas de los humanos, la fe ciertamente nos hace leer y percibir entre líneas la marcha de los planes de Dios. 

La fe nos hace trabajar con serenidad sin perder la esperanza, sin dejarnos dominar por la amargura o el pesimismo, la fe nos hace ser mensajeros y testigos de sanas y buenas alegrías, pues como dice Bernanos, el autor francés, lo contrario de un pueblo cristiano es un pueblo de amargados un pueblo triste. La alegría cristiana no es carcajada estruendosa o ruido y alboroto, va mas allá de lo externo y por supuesto se trasluce al exterior.

La verdadera alegría sabe de penas y dolores, pero pone dulzura y serenidad a la vida, precisamente porque bebe en las fuentes del amor, de la fe y del perdón.

Que tengan todos mucha paz y mucho bien.