La enemiga

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Una mujer hablaba con un hombre santo y le exponía su problema...
-En la ciudad donde vivo tengo una enemiga que está destrozándome la vida poco a poco. Por favor, le suplico que no me pida que ponga la otra mejilla. Eso fue lo que intenté en un principio y ella siguió haciéndome cada vez más daño. Esta mujer ha ido contando terribles mentiras sobre mí y a consecuencia de ello me he quedado sin trabajo, mi marido me  ha pedido el divorcio y muchos de mis amigos me han abandonado.
 
"Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian".. Éste es sin ninguna duda el mandato más difícil de seguir pensó el santo- pero en cualquier caso esta mujer me ha prohibido de antemano que utilice las enseñanzas del Mesías para solucionar su problema. Entonces le dijo:
 
-¿Crees que tu enemiga sería capaz incluso de asesinarte? -preguntó
- No, no lo creo. Más bien pienso que es lo único que ella nunca haría.
- Estupendo, como dijo Platón refiriéndose a Anito y Meleto: "Pueden matarme, pero no herirme" -el santo sonrió y extendió las manos como si el problema ya hubiera quedado resuelto.
- Hombre santo, discúlpeme pero, si me permite, le diré que tengo la impresión de que usted estaba un poco distraído, pues como le he contado, ella sí me ha ocasionado un daño terrible.
- No obstante, yo te veo indemne. Estás perfectamente, eres libre y además has descubierto quiénes son tus verdaderos amigos, ¿no es así?.
- Bueno, sí, en cierta manera.
- Tu vida ahora ha quedado despejada, reducida a lo esencial, es oro puro. Posees salud, inteligencia y fortaleza. Tienes mucha suerte.
- ¿De verdad? explíqueme cómo es eso.
- Acabo de hacerlo. Ya sea que esta pobre enemiga tuya esté engañándose a sí misma, o le hayan ido contando mentiras acerca de tí, o la corroa la envidia, ella carece de la vitalidad y la fuerza necesarias para ver o pensar con claridad debido a lo obsesionada que está contigo.
-Sí, pero...
- Y así te insto a que seas bondadosa cuando pienses en ella. No sabe lo que hace. No es capaz de cuidar de sí misma, ni tampoco de llevar adelante su vida como tú lo has hecho y continúas haciendo, o sea, como un proceso de crecimiento y aprendizaje. De ahora en adelante esta pobre y débil criatura ya no tendrá el poder de perturbarte.
- Dicho de ese modo...
- En mi opinión, tú eres una persona que se ha reconciliado consigo misma y desde esta nueva posición de fuerza no te resultará difícil ser bondadosa. Ve y sé amable.
La mujer sonrió.
- Sí, lo haré. Me ha convencido- se levantó para marcharse pero antes se detuvo y, encarándose al santo, se echó a reír- ¿Se da cuenta de que todo lo que me ha dicho se reduce a poner la otra mejilla?
-Sí, un poco- reconoció el santo y, tras pensarlo un instante, prosiguió- :Hummm, sí, ya veo a lo que te refieres.
"Es imposible mejorar las palabras del Maestro",concluyó para sí.