La Biblia rota
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Conoció a Jesucristo y asistía con asiduidad a la congregación.
Llevaba su ejemplar de las Escrituras en todo momento. Pero un sábado cualquiera, camino de la iglesia, amigos suyos lo llamaron desde una esquina. El fingió no escucharlos. Entonces de uno de sus antiguos compañeros de farra le ofreció a gritos: Ven, tómate una cerveza. Está fría, como te gusta. No la despreciarás. Y nuestro protagonista vaciló. Se detuvo. En su interior batallaba el viejo hombre que le decía: "Tómate una cerveza, no es pecado". Será solo una. Y también el hombre nuevo que insistía: No te dejes vencer por la tentación. Resiste. Dios está contigo. Y tomó una decisión: "Tomaré una cerveza". Luego vino otra y una tercera más. Terminó ebrio, sentado en una silla. La Biblia cayó a un lado.
Desde ese día Armando era conocido simplemente como "biblia rota". El asegura
que tomarse un trago no es pecado. Y lo hace con demasiada frecuencia. Volvió a
ser borracho de antes. Jamás lo olvide: los principios bíblicos no se negocian.