Jesús llama a la Puerta de tu Corazón

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Múltiples años he pasado ansioso
A tu puerta velando noche y día,
Y esperando me abrieras generoso,
He llamado y llamado con porfía.


Pero tu ingrato corazón que ignora
De mi insondable amor el justo enojo,
Me ha dejado llamar hora tras hora,
Sin correr de tu puerta el cruel cerrojo.


Mas Yo no vengo a demandarte abrigo,
Aunque estoy tan cansado y tengo frío...
Los ángeles de Dios están conmigo,
Cielos, tierra, la mar y todo es mío.


Yo quiero darte lo que tú no tienes:
A tu pecho la paz y la ventura,
Colmarte, sí, de celestiales bienes,
Y tornar en delicia tu amargura.


Vengo a ofrecerte mi amistad sincera,
La que te pruebo con mi mano herida...
¡Ay! posar a tu lado Yo quisiera
Esta noche tan triste de la vida.


Heme aquí, a la puerta todavía,
Llamo, llamo, el murmullo se asilencia,
Si me abrieras feliz me sentiría,
Haciéndote feliz con mi presencia.


Vendrán los años de amargura impía
En que llores tu triste desventura,
De salvación se habrá acabado el día,
Y excusa no tendrás en tu amargura.


Ya me voy lamentando tu dureza;
No he tenido de tí la bienvenida.
Yo quise darte celestial riqueza,
El mismo cielo con mi misma vida.


Yo no puedo violar esta morada
Que se me cierra sin mirar mi anhelo:
Sin voluntad, mi amor sería nada,
Y muy triste también el mismo cielo.


Llamaré con paciencia en otra puerta,
En otro corazón tal vez ansioso,
Allí Yo sé que al encontrarla abierta,
Feliz seré con impartir mi gozo.