Hay que saber sembrar para cosechar...

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Una mujer soñó que estaba en una tienda recién inaugurada y para su
sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador.

- ¿Qué vendes aquí?, le preguntó.

- Todo lo que tu corazón desee, respondió Dios.

Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, se decidió a pedir lo
mejor que un ser humano podría desear.

- Deseo Paz de Espíritu, Amor, Felicidad, Sabiduría y ausencia de
todo temor....

Tras un instante de vacilación, añadió:

- No sólo para mí, sino para todo el mundo...... Dios se sonrió y le dijo:

- Creo que no me has comprendido.

- Aquí no vendemos frutos. únicamente vendemos semillas.

- Para sembrar una planta hay necesidad de romper primero la capa
endurecida de tierra y abrir los surcos; luego, desmenuzar y aflojar
los trozos que aún permanecen apelmazados, para que la semilla pueda
penetrar, regando abundantemente para conservar el suelo húmedo y
entonces......!

- Esperar con paciencia hasta que germinen y crezcan!. En la misma
forma en que procedemos con la naturaleza hay que trabajar con el
corazón humano, "roturando" la costra de la indiferencia que la
rutina ha formado, removiendo los trozos de un egoísmo mal entendido,
desmenuzándolos en pequeños trozos de gestos amables, palabras
cálidas y generosas, hasta que con soltura, permitan acoger las
semillas que diariamente podemos solicitar "Gratis" en el almacén de
Dios, porque EL mantiene su supermercado en promoción. Son semillas
que hay que cuidar con dedicación y esmero y regarlas con sudor,
lágrimas y a veces hasta con sangre, como regó EL nuestra redención y
!como tantos compatriotas han fecundado nuestro suelo!.

- En un trabajo de Fe y Esperanza, de perseverante esfuerzo, mientras
los frágiles retoños, se van transformando en plantas firmes capaces
de dar los frutos anhelados...