Hágase tu voluntad
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¿Sabes, hija Mía lo que Yo hacía cuando conociendo la Voluntad de Dios, ésta Me abrumaba por Su grandeza?....Pensaba en esa misma Verdad. Pensaba y meditaba en Dios. Pensaba en El y Lo amaba y al amarlo comprendía y aceptaba cuanto de esa verdad pudiera sobrevenirme.
Acepté que Su Voluntad se hiciera en Mí, acatando por ello cuanto de bueno, grande y doloroso debería soportar; adaptando Mi deseo al Suyo y haciéndome una con El.
Pensaba en El, Lo amaba y Lo servía. Y aunque el conocimiento del futuro llenaba Mi alma de amargura, nadie se daba cuenta porque al mismo tiempo era dicha puesto que venía de manos de Aquel que, siendo Hijo Mío, era al mismo tiempo Mi Dios, Mi amado Señor.
El conocimiento de esa Verdad abrumándome, Me elevaba al mismo tiempo, porque se levantaba hasta la Voluntad Divina, haciéndome cooperadora del bien que dimanaría sobre todos los hombres.
Así pues, pequeña hijita, ser elegida es un don infinito que también lleva un deber ineludible y doloroso, pues es renunciar a ser para una misma y perderse en las manos de Dios.
Jesús
Obtenido: Apostolado de la Nueva Evangelización