Esquizofrenia

Autor: Janet Frame

Obtenido en: Carlos G. Vallés

 

   

  

[Janet Frame, escritora neozelandesa que pasó varios años recluida por diagnosis equivocada en un psiquiátrico, cuenta su crisis y su liberación. Era maestra en un colegio cuando desesperó de la vida:]

Después de tres semanas, al pensar que tenía que ir otra vez a enfrentarme con las clases, supe que el suicidio era mi único escape. El sábado por la tarde arreglé mi cuarto, puse todo en orden, me tragué un paquete entero de somníferos y me tumbé en la cama a morir. Mi desesperación era definitiva.

El día siguiente, hacia el mediodía, me desperté con un rugido en los oídos y sangrando por la nariz. Mi primer pensamiento no fue ni siquiera un pensamiento sino un sentimiento de admiración, alegría y gratitud por estar viva. Me levanté. Vomité una y otra vez. Volví a la cama y me volví a dormir. Me desperté a eso de las diez de la noche. Vomité otra vez. Volví a dormir. La mañana siguiente, el lunes que yo tanto había temido, me desperté con solo un ligero dolor de cabeza. Fui al colegio. Estaba tan encantada de estar viva cuando había intentado matarme, que ahora las clases apenas eran problema. Sentí que ya nunca más volvería a intentar quitarme la vida.

[Publicó un libro, “La Laguna y otros cuentos”, del que un crítico influyente escribió, “es una pérdida de tiempo haber publicado tal libro”. Fue recluida en el psiquiátrico por la esquizofrenia grave que según los médicos padecía, y su madre dio permiso por escrito para que le practicaran una lobotomía, que era operación grave y dudosa pero, según le decían, necesaria:]

Todos me decían que era mejor para mí volver a ser “normal” que no tener fantasías de ser escritora. Pero fue precisamente el escribir lo que me salvó. Yo había visto la lista del quirófano para la lobotomía, con mi nombre en ella, y varios de los nombres antes del mío tachados ya. Debía andar yo muy cerca cuando una tarde el superintendente del hospital, el doctor Blake Palmer hizo una visita inesperada a mi sala y, ante el asombro de todos, se dirigió a mí. Señaló el periódico que llevaba en la mano: “He decidido no operarla a usted. Quédese como está. ¿Ha visto usted la ‘última hora’ en el Star de esta tarde? Ha ganado usted el Premio Hubert Church por su libro ‘La Laguna y otros cuentos’.” Sonreí, aunque no tenía idea de qué era ese premio. “Sí, y queda usted dada de alta desde este momento. Nada de lobotomías.”

[Años más tarde análisis más exactos revelaron que nunca había tenido esquizofrenia, que no debía haber sido internada en un psiquiátrico, y que si de algo sufría ahora era de haber estado en el hospital. Y acaba con humor:]

Ahora ya no podía refugiarme en mi “esquizofrenia” para defenderme, llamar la atención u obtener ayuda. Ahora yo era yo misma, y volví a escribir.

[Janet Frame, “An Angel at My Table”, pp. 188, 221, 375, 385.]