Escucha

Autor:

 

Cuando te pido que me escuches 
y vos empezáis a darme consejos, 
es que no escuchaste mi pedido. 

Cuando te pido que me escuches 
y vos empezás a decirme por qué 
yo no debería sentir de esta forma 
estás metiéndote con mis sentimientos. 

Cuando te pido que me escuches 
y vos sentís que tenés que hacer algo 
para solucionar mi problema, 
estás errado, aunque parezca extraño que así sea. 

¡Escúchame! Lo que yo te he pedido 
es sólo que me escuches; 
no tenés que hablar ni hacer nada. 
Sólo escúchame. 

Cuando vos hacés algo por mí que yo puedo 
y necesito hacer por mí mismo, sólo estás contribuyendo 
a mi sensación de miedo e inadecuación. 

Pero, cuando vos podés aceptar el simple hecho de mis sentimientos, 
no importa cuan irracionales sean, 
entonces yo puedo parar mis intentos de convencerte 
y usar mi energía para explorar lo que hay detrás de mis emociones. 
Y cuando esto está claro, las respuestas son obvias 
y yo no necesito consejo. 

Los sentimientos irracionales tienen sentido cuando 
entendemos lo que hay detrás de ellos. 
A lo mejor es por eso que las oraciones a Dios funcionan, 
pues Dios es mudo, 
y no trata de dar consejos o arreglar las situaciones. 
Dios escucha y te deja hacer tu trabajo. 

Por lo tanto, ¿podrías escuchar simplemente? 
Cuando vos necesites hablar, 
yo te prometo estar aquí, 
procurando sólo escucharte.