El terreno baldío

Autor: Héctor Ferraro

 

Mi hermano era muy haragán. Mi padre, que había tratado inútilmente de corregirlo, le ordenó un día que fuera a un terreno baldío cercano a nuestra casa y tomara nota de lo que hubiera allí, si no lo hacia, perdería el almuerzo de ese dia.

Al regreso, mi hermano había anotado: "Clavos, papeles, latas, tapones,
vidrios, alambres, botones, botellas, etc..."

-¿Sirven para algo esas cosas? -le preguntó mi padre.

-No, -respondió mi hermano- son cosas inútiles, sucias y rotas.

-¿Y en los otros terrenos del barrio, qué hay?

-Casas y jardines.

-¿Por qué se han acumulado en ese terreno tantas cosas inútiles? -insistió mi padre.

-Porque esta vacío -explico mi hermano.

A lo cual agregó en el acto mi padre:

-Porque no se aprovecha para nada, se ha convertido en un depósito de
basura. Tu vida ha sido hasta hoy, igual a ese terreno. NO la aprovechas
para nada y se está llenando de cosas inservibles. Una vida ociosa, como un terreno baldío, recoge todo lo malo. En el hombre trabajador no hay lugar para los vicios, las tonterías y las maldades.

Mi hermano comprendió muy bien esa lección, y fue desde entonces un muchacho laborioso, que aprovechó muy bien su tiempo.