El martillo, el agua y la piedra 

Autor: Paulo Cohelo 

 

El monasterio a orillas del río Piedra está rodeado de una linda vegetación, verdadero oasis en los campos estériles de esa parte de España. Allí, el pequeño río se transformó en una caudalosa corriente y se dividió en decenas de cascadas.

Camino por ese lugar, escuchando la música de las aguas. De repente, una gruta debajo de una de las cascadas me llama la atención. Miro cuidadosamente la piedra gastada por el tiempo, las bellas formas que crea la naturaleza porque es paciente. Y descubro, escrito en una pequeña placa, los versos de R. Tagore:

"No fue el martillo el que dejó estas piedras perfectas, sino el agua con su dulzura, su danza y su canción."

Donde la dureza sólo puede destruir, la suavidad consigue esculpir.