El canto del grillo

Autor: Bruno Ferrero

 

Un día se acercó uno a Jesús y le dijo:

- Maestro, todos sabemos que vienes de Dios y enseñas el camino de la verdad. Pero si te soy sincero, debo decirte que tus discípulos, aquellos a quienes llamas tus apóstoles, tu comunidad, no me gustan un pelo. Me he dado cuenta de que no se distinguen mucho de los demás. Acabo de tener una discusión con uno de ellos. Y, además, todos saben que tus discípulos no se llevan siempre bien ni están siempre de acuerdo.

Por eso, perdona la sinceridad, pero quiero hacerte una pregunta: 

- ¿Es posible ser de los tuyos sin tener tratos de ninguna clase con esos que se llaman tus apóstoles?

Jesús lo miró con dulzura, clavando en él sus ojos. 

- Escucha, le dijo, te contaré una historia.

Había una vez unos hombres que se habían sentado juntos para charlar un rato. Cuando llegó la noche y los cubrió con su manto oscuro, hicieron una gran pira de leña y encendieron una hoguera.

Estaban apiñados muy juntitos el uno junto al otro, mientras se calentaban al fuego y el resplandor de las llamas les iluminaba la cara. Pero después de un rato, uno de ellos no quiso ya quedarse con los otros y se marchó a su aire, completamente solo. Recogió un tizón encendido de la fogata y se fue a sentar el solo, lejos de los otros. Su trozo de leña al principio era una brasa que brillaba y daba calor. Pero al poco rato se fue apagando y enfriándose.

El hombre solitario quedó envuelto por la soledad y el frío de la noche.

Se paró a pensar un rato, luego se levantó, tomó su tizón apagado y lo llevó a la fogata de sus compañeros. El trozo de leña volvió a encenderse enseguida y ardió con un fuego nuevo. El hombre volvió a sentarse en el corro de sus amigos. Se calentó otra vez y el resplandor de la llama iluminaba su rostro.

Sonriendo, Jesús añadió:

- El que es de los míos está en el corro cerca del fuego y junto a mis amigos. Porque yo he venido a traer fuego a la tierra y no quiero sino que arda. 

Eso es precisamente la iglesia, la garantía de estar junto al fuego.