El camino más seguro hacia Dios: la humildad

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Dios lo abarca todo, todo lo penetra, todo lo llena. Soy tu Madre Dolorosa. Conozco tu deseo de comprender mejor a Dios para amarlo más. Quiero decirte lo que es Dios, en la medida que tú puedes concebirlo.

Dios es eterno y desde su eternidad, al ser Padre tiene en sí al Hijo, también eterno. De la unidad del Padre y el Hijo vive el Espíritu Santo que es el amor de ambos, formando los tres una sóla Divinidad.

Una es, pues, Su Voluntad, Su poder y una Su Misericordia. Esta unidad en el Amor va siempre dirigida al único fin que es Dios. Inmenso en Su simplicidad, llenando cuanto existe, penetrándolo todo, viviendo en todo y en todo abarcando las distancias, dominando todos los espacios...

Dios es luz y con ella ilumina todo lo creado. Dios es la vida, pues de El la han recibido los seres. Dios es Amor y por ese Amor se hizo hombre el Hijo y rescató con Su Sangre a la humanidad que le ofende, pagándole con odio y ofensas increíbles este incomparable sacrificio.

Aunque Dios es persona, no es criatura, su esencia es la vida misma, toda vida toma vida de Su misma esencia. Algo de esto te ha sido dado contemplar; pero el ojo humano no puede ver más allá de lo que Dios permite.

Dios, centro y causa de todas las cosas, que encierra en sí la unidad más perfecta y de cuya unidad emana todo aquello que, partiendo de ese centro que es Dios mismo, se unifica en ese mismo principio. La contemplación de este Misterio inefable que Dios da a los que Lo aman hasta el final. Ahora, hija, muchos caminos llevan hasta Dios pero, ninguno tan seguro como la humildad. Dios mismo humanado se hizo humilde hasta morir en Cruz. Yo misma fui exaltada para Madre de Dios por amar la humildad.

Ninguna criatura puede vanagloriarse de lo bueno que haya en ella ni de la potencia de su mente, pues siendo criatura de Dios, a El debe cuanto es y cuanto tiene y por lo tanto, sólo a El debe ser dirigido como supremo y único fin.

Sé siempre humilde y sencilla, esfuérzate en serlo y tendrás contigo y en tí a Dios. Déjalo hacer contigo lo que quiera, que siempre podrás estar segura que es por y para tu bien. Comprenderás entonces el inmenso tesoro que es poseer a Dios.

Yo te lo aseguro, hija Mía, viviendo en Dios y para Dios, ya sea en el dolor o la enfermedad, en pena o alegría, buscándolo en todo a El, se tiene la seguridad de encontrarlo al fin y hallarlo con los brazos abiertos...

María

Obtenido: Apostolado de la Nueva Evangelización