El amor que no se da, se pudre

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD 

 

 

Una niña sufría por las riñas y conflictos diarios de sus padres. Un día acompañó a su madre al cementerio y quedó sorprendida. “Mamá, le dijo, todas las tumbas está llenas de flores, y en todas se lee lo mismo: ‘A mi querido esposo’, ‘A mis queridos padres’... ¿Es que tenemos que morir para empezar a amarnos?”.

            El amor hay que demostrarlo en la vida, no esperar a que la muerte arrebate todas las oportunidades. 

Amar lleva consigo entregarse, dar la vida. El amor que no se da, se pudre. Amar no es dar cosas, es entregarse uno mismo. El que ama no debe poner los pies en la luna y los ojos en las estrellas, sino mirar bien abajo y pisar con firmeza la realidad diaria.

Muchos se sienten emocionados al escuchar una bonita historia de amor. Se confunde con demasiada frecuencia el amor con el sentimiento. “A lo largo del camino que lleva al amor, muchos se detienen seducidos por los espejismos del amor: Si te emocionas hasta las lágrimas ante un sufrimiento, si sientes palpitar fuertemente tu corazón ante tal o cual persona, no es amor, sino sensibilidad. Si te dejas prender en su poder apacible o en su encanto; si, seducido, te abandonas, no es amor, sino una rendición. Si, turbado, te extasías ante su belleza y la contemplas para gozar de ella; si su espíritu te parece distinguido y buscas el placer de su conversación, no es amor, sino admiración. Si quieres a toda costa conseguir una mirada, una caricia, un beso; si estás dispuesto a todo por tenerla entre tus brazos y poseer su cuerpo, no es amor, es un deseo violento nacido de tu sensualidad. Amar no es sentir emoción por otro, sentir afecto sensible por otro, abandonarse a otro, admirar a otro, desear a otro, querer poseer a otro y a los otros” (Michel Quoist).

No se puede jugar con el amor ni se puede confundir con un momento de deseo o de pasión. Sólo el amor maduro va más allá de los arrebatos, no teniendo nada que ocultar y respondiendo a todos los interrogantes. “No envenenes mi amor; amar es otra cosa... No profanes la rosa si no sabes de olor... Otra cosa es amor, mucho, mucho mejor... No deshojes la flor si te amas a ti misma; amor, que es egoísmo, no puede ser amor... Otra cosa es el amor... Claridad, ilusión, risa, confianza en ti; ver que tu corazón es sólo para mí... Saber que el sol, las flores, la vida es de los dos y que nuestros amores se confunden con Dios” (Santiago Martínez).

El amor pone vida en todo. Para el que ama, todo sabe a vida.