Decálogo del catequista
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- Comprende, vive, comparte los problemas e inquietudes de los educandos.
- Sus preferidos son los pobres, sencillos y menos dotados.
- Su prestigio y autoridad no le viene de su ciencia sino de la autenticidad y coherencia de su vida.
- No solo habla y predica, acompaña, va delante, abre caminos.
- No tiene miedo ni se acobarda. Enseña con libertad. Denuncia con valentía.
- Sus palabras son sencillas, su lenguaje comprensivo. Todos lo entienden.
- Proclama un mensaje vivo e inquietante. Ante él nadie puede quedar indiferente.
- No enseña teorías ni mensajes vacíos. Educa desde la vida y para la vida.
- No basta escucharle. No tolera la pasividad. Provoca el compromiso. Lanza a la acción. Crea comunidad.
- Lo busca popularidades ni protagonismos. Solo pretende servir y desaparecer.