Coraza de amor...

Autor: Everett Álvarez y Anthony Pitch

 

Disponía yo de solo medio minuto para pensar en que
iba a decir. Estábamos en 1971, y yo era prisionero de
guerra en Vietnam del Norte desde hacia siete largos
anos; desde el dia que derribaron mi bombardero A4
Skyhawk de la marina: anos angustiantes de torturas,
comida podrida y de dolorosa soledad con incomunicación
total frecuente. Éramos casi 400 en la infame prisión
a la que habíamos apodado "el Hilton de Hanoi".

Para combatir el tedio, mis compañeros de cautiverio
habían organizado un club de oratoria. Aquel dia, en
particular, me concedieron apenas 30 segundos para
preparar un discurso de cinco minutos sobre cualquier
vivencia personal.

Mi pensamiento se remonto instintivamente a mi pasado;
a mi familia. Las adversidades que habíamos afrontado
forjaron mi carácter y me dieron reciedumbre. Mi abuela
materna se había casado a los 13 anos, en México, y
había llegado a los Estados Unidos como esposa de un
ferrocarrilero, con quien viajo por varias poblaciones
durmiendo en los furgones o en destartaladas casuchas.
Mis padres habían tenido que abandonar la escuela para
ganarse la vida cuando todavía eran niños. De ellos
aprendí la entereza, la obstinación y la constancia,
cualidades que me permitieron sobrevivir. Mas importante
incluso fue que aprendí el amor puro, incondicional,
entre padre e hijo, que me protegería para siempre como
una coraza.

Como expresar todo eso? Como describir a esos hombres
el inapreciable tesoro que me habían dado hacia decenios
unos padres tan pobres? De pronto recordé un incidente
de mi infancia, y supe lo que iba a decir.

Tenia yo ocho anos de edad y vivíamos por una breve
temporada con mi abuela en Salinas, California. Un dia
ella me llevo aparte y recordó, en voz baja, que era el
cumpleaños de mi madre. Yo quería comprarle algo hermoso,
pero no tenia dinero. Solo existía una manera de
conseguirlo: recogería botellas vacías de gaseosas y
cobraría el reembolso de un centavo por cada una en la
tienda de la esquina.

Con mi cochecito rojo, me di a buscar botellas en los
botes de basura del barrio. Cada vez que llenaba el
carrito, tiraba de el hasta la tienda.

Al caer la tarde supuse que tenia suficientes centavos
en los bolsillos. Empuje mi carrito colina arriba,
hasta la farmacia, y saque mi puñado de monedas. Me
alcanzaba para una tarjeta de cumpleaños, e incluso
para algo mas.

Mis ojos se fijaron en una barra de caramelo. Me
quedaba el dinero suficiente para comprárselo a mama.
Guarde el regalo en un bolsillo del pantalón, escondí
la tarjeta bajo la camisa y corrí a casa.

Ya se estaba poniendo oscuro cuando doble la esquina
de donde vivíamos; vi a mama, que estaría preocupada...
y enojada.
- Donde has estado? -me pregunto-. Te anduve buscando
por todas partes

Me asuste, y cuando me tomo la mano para entrar en la
casa, comencé a llorar.
- Donde estabas? -me volvió a gritar.
Todavía entre sollozos, apenas pude explicarle:
- Fui a juntar botellas para conseguir dinero y
comprarte un regalo de cumpleaños.

Metí la mano en la camisa y le tendí la tarjeta, aun
sin firmar. Mis dedos sucios dejaron una mancha en el
sitio donde tendría que habar figurado mi nombre.
Luego saque la barra de caramelo. Casi se había
partido en dos en mi bolsillo.
- También te traje esto.

Su enojo se esfumo como por encanto. Me tomo en brazos.
Mientras me estrechaba con fuerza y ocultaba el rostro
en mi pelo, oí que sollozaba.

Aquella noche, varios vecinos nuestros fueron a
visitarnos, y uno de ellos pregunto por que había una
barra de caramelo en el alfeizar de la ventana.
- Mi hijo me lo dio como regalo de cumpleaños -contesto
mama. orgullosa y con los ojos llenos de lagrimas.

Cuando termine mi relato, los prisioneros de guerra
parecían hechizados. "Caramba, Ev", exclamo por fin
uno de ellos, mientras se enjugaba las lagrimas. Supe
entonces que muchos de nosotros -los afortunados-
poseíamos el mismo tesoro secreto de una familia
amorosa; la misma coraza, encerrada en algún recuerdo
de la infancia. Y eso nos ayudaría a soportar la guerra,
por mucho que durara.