¿Cómo puedes hacer eso?

Autor: Mary Daniel

 

Ya que trabajo como voluntaria con enfermos terminales, muchas veces me preguntan, "¿Cómo puedes hacer eso?"  Así era la conversación el otro día, con una amiga que es profesora.  Mientras yo le decía que enseñar no era algo que yo alguna vez haría, intercambiamos afirmaciones respecto a que hay muchas compensaciones en nuestras respectivas vocaciones.

Si bien hablo estrictamente por mí misma, estoy segura que la mayoría de quienes trabajan como voluntarios coinciden en que creemos que se nos da mucho, mucho más de lo que podremos dar en toda nuestra vida. Somos como estudiantes, de aquellos a quienes servimos como voluntarios, porque de ellos aprendemos mucho, mucho de la vida, de vivir y del amor.

Y así como yo no podría hacer lo que hago sin la presencia de Dios en mi vida, al hacerlo soy testigo de la presencia de Él.  Le veo mientras me siento junto al mar con alguien y miramos el agua que tranquiliza nuestras almas; mientras compartimos el placer de simplemente olfatear un cirio de cera de abeja; mientras caminamos a lo largo de la playa, sabiendo que cada paso de la persona a quien acompaño es un tremendo esfuerzo; o mientras veo el brillo en sus ojos ante la perspectiva de llevarse a la boca una goma de mascar, o la alegría de al ver un poco de fresas frescas.  Puedo ver el valor que viene desde muy dentro de ellos, y me siento muy humilde al apreciar el privilegio de, siendo una extraña, ser aceptada para compartir este sagrado tiempo en sus vidas -- de ayudarles a vivir hasta que se vayan de este mundo.

Es en tales personas en quienes veo que Él siempre está conmigo.