Comer entre comidas: un vicio 

Autor: Roberto Segura 

Fuente: Sí para Jóvenes 

 

 

Estar picando y comer entre comidas es un vicio. Sí, así como lo oyes. Y peor aún, porque si no puedes controlar la ansiedad por tener algo en tu boca a cualquier hora del día, no importando en dónde ni con quién estés, lo que consumes en esos momentos es ¡comida chatarra! 

Estás a mitad de mañana en la escuela, ya no aguantas la tentación de sacar los churritos que traes en tu mochila. Aunque no lo quieras reconocer, “esta necesidad es más fuerte que tú”. 

Piensas que el profesor se va a enojar si te ve comiendo y en ese momento te acuerdas que también traes un dulce de mango y chile, y que ese nadie tiene por qué notar que lo estás comiendo. Ni siquiera tienes hambre, pero no puedes contenerte.


UNA MALA COSTUMBRE


Cada día intentas controlar las ansias de comer, pero el esfuerzo no te dura ni 2 horas. En el descanso entre clases, la ver la tele, mientras haces la tarea, corres a conseguir lo que sea para comer: churritos, papitas, refresco, chamoy, pulparindo, mangos con chile, paletas de cualquier tipo, chocolates, chicles, ¡cualquier cosa! 

A los dos días, andas con un dolor de panza y la autoestima hinchada de tanto pisotearla por tu falta de voluntad, y lo peor del caso es que tu mejor amigo te invita a comer y se atascan hasta no dejar ni una migaja en la mesa. 


¿CÓMO RESISTIR?


Ya no sabes qué hacer, porque estás seguro(a) que lo que estás haciendo es perjudicial para tu salud y además, es de malísima educación estar comiendo ¡a toda hora y en todas partes! 

Tus papás te lo dicen, tus maestros y hasta algunos de tus compañeros... Lo que ellos no saben, es que los pensamientos obsesivos gravitan por tu mente impidiendo que te concentres en tu tarea. 

La ansiedad se apodera de ti. La situación es dramática: han pasado 3 días, 14 horas, 25 minutos y 54 segundos desde que comiste el último chocolate. ¡¡¡NO LO PUEDES SOPORTAR MÁS!!! Si no recibes tu dosis, ¡te autodestruirás en dos segundos! ¿Cómo resistir?



¿QUÉ HACER?


Bueno, es normal que de vez en cuando un dulcecito o algo más, te aporte una pequeña dosis de felicidad instantánea. 

Tiene su explicación lógica, ya que el azúcar actúa en tu cerebro como un ansiolítico y “comer entre comidas” es una manera muy rápida y asequible de relajarte. Lo mismo sucede si prefieres lo salado (papitas, cacahuates…), porque estos también son carbohidratos, que tienen el mismo efecto en el cuerpo. 


¡CUIDADO!

 

Si lo has intentado casi todo y te cansas de seguir intentando, porque no logras nada, estamos hablando de un vicio. Tu obsesión por los dulces puede ser una auténtica adicción que está siendo provocada porque los estás utilizando como efecto sedante contra el estrés. 

Para superarlo, tienes que mentalizarte muy fuerte a hacer sólo tres comidas al día que contengan abundantes proteínas y fibra, ensaladas y verduras; limitar tu consumo de grasas y harinas a una sola vez al día. 

La voluntad es la clave para que no pierdas la batalla. Hazte el propósito cada día “Sólo por hoy, no picaré”. Si eres capaz de estar 10 días sin picar entre comidas, se puede decir que vas por buen camino y verás que tu vicio poco a poco acabará. 

Recuerda que negándote algunas cosas que en el momento dan placer, aunque no sean dañinas, estás fortaleciéndote mentalmente. 

Ya lo decían los griegos: quien domina sus pasiones, puede conducir su vida más fácilmente hacia la felicidad. 

Este entrenamiento te servirá más adelante para otras situaciones en tu vida como estudiante, empleado, empresario y padre o madre de familia, pues siempre existirán momentos en que será necesario hacer uso de la fuerza de voluntad para salir adelante.

Si honestamente crees que no puedes tú solo con esto, busca ayuda profesional, porque perder el control sobre tus actos no es una buena idea. También observa si este tipo de comportamiento lo tiene gente de tu entorno, como amigos o alguien de la familia; tal vez puedas ayudarles.