Carta a una alumna

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Querida niña:

Te escribo esta carta, para saber como estas y que ha sido de ti todo este tiempo, yo jamás he podido olvidar que tuve la maravillosa oportunidad de hacer algo por ti, de contribuir con mi granito de arena que me correspondía, y no lo hice. Quizás hubiera cambiado en algo tu vida... no lo sé...pero cuando lo intenté, fue demasiado tarde.

Aún te recuerdo, tu querías pasar desapercibida tratando de ocultarte entre los mesabancos y yo, obligándote a explicar la lectura, te veías tan frágil, y tus ojos, esos ojos grandes y hermosos, solo expresaban tus miedos; me suplicabas con la mirada y temblabas; y de manera indiferente y cruel, te dije: ¿Cómo es posible que te pasaran de grado si ni leer sabes?

Todos te vieron, hubo burlas, alguien del grupo gritó ¡es la más burra del salón! Tu cuerpo se dobló, hundiste la cabeza en tu pecho y no volví a escuchar tu voz ¿que te pasa, ahora hasta muda eres? Pues bien, estarás castigada sin recreo hasta que trabajes igual que todos.

¡Dios mío! Que errores cometemos los maestros, empeñados en darle fin a los programas, abrumados por las cargas de trabajo y los cursos y tantas cosas más. Y los niños como Ema, ¿Dónde quedan... Cuando les destrozamos la vida por dentro y no nos damos cuenta? ¿Dónde quedaste Ema? Yo sé que no intenté ver tu problema de inmediato, es más, no me interesó, tenía tantos alumnos que atender y dije: "Candidata segura a reprobar". Pero aquel día... uno de los tantos que quedabas castigada, te volví a ver, me acerqué a ti, te pregunté que hacías ¿lo recuerdas?, volviste a temblar, quise ver tus ojos, pero se negaron a mirarme, tomé tus manos, tus manitas pequeñas y largas y entonces sentí un raro calor, a pesar de que tu estabas fría, allí me di cuenta que eras una niña especial, diferente, con discapacidad auditiva de un oído y problemas de lenguaje. Que se te estaba negando el derecho más preciado de ser y realizarte, vi tus garabatos en tu cuaderno, se me estrujó el corazón, tu no podías hacer tus trabajos como los demás y estabas castigada.

Quise enmendar mi error y buscar ayuda para ti, me sentí incompetente y a la vez preocupada. Visité tu casa, me recibió tu madre, con algo de prisa, a grandes rasgos me contó que tu problema se debía a maltratos físicos que le dio tu padre durante el embarazo y que ella por eso te mandaba a la escuela, para que aprendieras, que no tenía seguro ni dinero, menos para que te llevaran a una escuela de educación especial.

Empezamos a hacer los tramites para que se te diera el apoyo necesario, y yo, te empezaba a poner atención, te leía muy cerca para que me escucharas, empezamos con los trazos sencillos de escritura, y a practicar algunos juegos de palabras, tus ojos...tus ojos brillaban diferente... y de pronto... tu lugar vació, y permaneció así por el resto de los días.

Tu familia se fue a la frontera, yo he estado triste por esto y no logro olvidar, aunque la vida me dio una gran lección, no debemos menospreciar a nuestros alumnos como yo lo hice contigo Ema, pero donde quiera que estés, quiero que leas esta carta, en ella te digo que has sido la motivación más grande cuando llego a conocer niños como tú.

TU MAESTRA SHEREZADE