Arrojados del paraíso
Autor: Jaime Barylko

 



Después de todo, fue eso lo que nos arrancó del Paraíso: la inculpación recíproca.


Todos recuerdan la historia. Adán y Eva estaban en el Paraíso y eran felices. Nada les faltaba, hasta que un día se presenta un tercero en discordia, la serpiente, y le dice a Eva:

- ¿Es cierto que está prohibido comer de ese árbol?

Eva había escuchado algo acerca de la existencia de un árbol del cual no debían comer, pero después se había olvidado de él.

- ¿Del árbol? Ah, sí; de ese árbol, es cierto, no hay que comer...La serpiente sigue conversando amablemente con ella y, como hablando la gente se entiende, Eva capta el gran mensaje: que de ese árbol mejor es comer que no comer y, en todo caso, si Dios dijo que no había que comer, seguramente era porque Dios se lo quería comer todo él solo.

Así se lo explicó la serpiente, y Eva admitió que efectivamente era así y que por tanto había que defender los derechos de comer del árbol prohibido.
Y comió. Y como era buena, cuando vino su esposo, también le dio que comiera. Compartían todo. Eso era el Paraíso.

Después Dios, se enojó, según todos recuerdan; pero antes de enojarse, en verdad mantuvo un dialogo. Lo llamó a Adán, porque él era el responsable, dado que era quien había recibido la orden de no comer de ese árbol. Adán, que bien sabía por qué era convocado por Dios, procuró huir, esconderse.

- ¿Dónde andas, Adán? - escuchó una voz que lo buscaba.
- Aquí estoy - respondió, detrás de un árbol de aquel jardín, un maravilloso huerto.
- ¿Por qué te escondes de mi?
- ¿Yo? - susurró Adán - ¿yo escondiéndome? No, es que..., en fin, sentí un poco de vergüenza...
- ¿Vergüenza de qué? - Preguntó Dios.
- De...de estar desnudo- dijo Adán, por decir algo.
- Pero antes estabas desnudo y no tenías vergüenza... ¿O será que has comido de ese árbol y has tomado conciencia de tu desnudez y sientes vergüenza por eso?
- ¿ Yo comer? Bueno, sí, no, en fin, no sé, lo que pasa es que la culpa es
de la serpiente...

Eva ya no podía confiar en Adán, Adán ya no podía confiar en Eva; a partir de ese instante ellos aprendieron que siempre hay un otro que tiene la culpa.

Y el Paraíso ya no fue de los hombres. Porque empezaron a acusarse mutuamente y en lugar del amor creció el odio entre ellos. El hijo de la primera pareja, Caín se nutrió de ese odio y aprendió a odiar a su hermano Abel.
Como consecuencia, un día buscó un buen pretexto y ...lo mató.

Concebido como naturaleza, nuestro mundo es un verdadero Paraíso: la tierra es vasta, hay flores, colibríes, alimento, cobijo, placeres... Pero la lucha comienza con el enfrentamiento entre yo y otro yo. Tanto el Paraíso como el infierno están entre nosotros, y sólo nosotros, tú y yo, la familia, los hijos, las relaciones humanas, podemos lograr que esta vida sea un huerto encantador.

¿Entonces por qué no lo hacemos? ¿Por qué no dejamos de acusar, de culpar, y
empezamos a vivir en el amor?