Amigos de Dios
Fuente: Amigos de Dios
Autor: Josemaría Escrivá de Balaguer
Allá por los primeros anos de la década de los cuarenta, iba yo mucho por
Valencia. No tenia entonces ningún medio humano y, con los que -como
vosotros ahora- se reunían con este pobre sacerdote, hacia la oración donde
buenamente podíamos, algunas tardes en una playa solitaria. Como los
primeros del Maestro, ¿recuerdas? Escribe San Lucas que, al salir de Tiro
con Pablo, camino de Jerusalén, "nos acompañaron todos con sus mujeres y
niños a las afueras de la ciudad, y arrodillados hicimos la oración en la
playa".
Pues, un día, a ultima hora, durante una de aquellas puestas de sol
maravillosas, vimos que se acercaba una barca a la orilla, y saltaron a
tierra unos hombres morenos, fuertes como rocas, mojados, con el torso
desnudo, tan quemados por la brisa que parecían de bronce. Comenzaron a
sacar del agua la red repleta de peces brillantes como la plata, que traían
arrastrada por la barca. Tiraban con mucho brío, los pies hundidos en la
arena, con una energía prodigiosa. De pronto vino un niño, muy tostado
también, se aproximo a la cuerda, la agarro con sus manecitas y comenzó a
tirar con evidente torpeza. Aquellos pescadores rudos; nada refinados,
debieron de sentir en su corazón estremecerse y permitieron que el pequeño
colaborase; no lo apartaron, aunque mas bien estorbaba.
Pensé en vosotros y en mi; en vosotros, que aun no os conocía y en mi; en
ese tirar de la cuerda todos los días, en tantas cosas. Si nos presentamos
ante Dios Nuestro Señor como ese pequeño, convencidos de nuestra debilidad
pero dispuestos a secundar sus designios, alcanzaremos mas fácilmente la
meta: arrastraremos la red hasta la orilla, colmada de abundantes frutos,
porque donde fallan nuestras fuerzas, llega el poder de Dios.