Alguien allá afuera, ¿sabe ser padre?

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Soy Alfonso, tengo 30 años. Yo visité a mi padre en la prisión de Lecumberri; tenía entre 8 y 10 años. Hoy, mi hijo de 3 años me visita a mí aquí, en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla. 

Tal parece que el ciclo enfermo se repite. Constantemente vi a mi padre con excesos de alcohol y marihuana. Sus episodios de violencia me engendraron ira hacia la vida, desdén por la felicidad. Y también una sensación extraña de prepotencia iba creciendo junto conmigo.

No toleraba que me contradijeran. 

No toleraba que me dijeran que NO a lo que pedía. 

No toleraba a la gente, que para mi gusto era estúpida. 

No toleraba que nadie se sintiera mejor que yo, ya fuera en los pleitos, en la "valentía", en la fama o en la astucia. 

Desde pequeño sufrí humillaciones, abusos y carencias. Como quien dice, me curtí el alma. 

Dejé de llorar, y cuando algo no me gustaba, buscaba el pleito y la venganza. Nunca toleré los maltratos de mi padre. Me prometí a mí mismo crecer y ser fuerte para defenderme de todo aquel que quisiera humillarme. Ése fue mi camino hacia la prisión. Tengo un proceso de siete años y medio por el delito de robo con violencia. 

Aparentemente tenía un hogar. Una mujer a la que embaracé por segunda vez, y a mi madre. Nunca he tenido nada estable. Luego de tanta prepotencia, mi vida se reduce a un vaivén de recuerdos combinados con amargura, y una sed de golpear. 

Alguien allá afuera, ¿sabe ser padre? Sé que no es lo correcto, pero ¡me es tan difícil cambiar! 

Ahora, cuando veo a mi chamaco llegar de la mano de su mamá a la visita familiar, siento un nudo tremendo en la garganta y quisiera golpear mis puños contra la pared hasta saciar mi ansiedad. Y lo he hecho. Es que no sé cómo se trata a un hijo y a una mujer. Me lleno a veces de pensamientos para compartir con ellos, pero a la mera hora no sé ni qué decir. 

Tal vez tanta droga ya no me deje hablar ni pensar. 

Ella hace su esfuerzo, pero también está jodida. Y entonces me pregunto, ¿qué va a ser de ese niño? ¿También sus hijos lo visitarán en la cárcel? Juego con él cada vez que lo traen, y la verdad no quisiera ser su padre. 

Quisiera que él fuera hijo de otras personas; con cultura y con dinero. Me pongo como un niño igual a él, nos divertimos y se ríe mucho, pero sé que eso no basta. 

Me pregunto si otros hombres se preguntarán, como yo, ¿qué es ser padre? No lo sé. 

Si los padres golpean mujeres, se alcoholizan y viven agrediendo al mundo, ¡yo no quiero ser padre!¿Cómo se vivirá de otra forma? No lo sé. 

¿Cómo se es hombre de otra forma? No lo sé. ¿Cómo ser valiente sin ser gandalla? No lo sé. 

¿Cómo se rompe con este círculo vicioso que cría niños sin padre y padres sin... que golpean tan fuerte a la siguiente generación? No lo sé. 

Entonces me digo: si yo hubiera ido a la escuela, tal vez ahí hubiera aprendido. Yo creo que la gente que estudia es privilegiada. Aunque el otro día escuché decir a una de esas personas que dan terapia: "ciencia sin conciencia, es locura". Ahí sí me dije: ¿y ora, para dónde jalo? Alguien allá afuera, ¿sabe ser padre? 

Sé que no es lo correcto, pero ¡Me es tan difícil cambiar!