¡Cuánto tiempo perdido!
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Se dice que Diógenes, en la última etapa de su vida, acostumbraba a llevar consigo una copa para poder beber cuando tenía sed.
Una vez, vio que un niño bebía agua en el hueco que formaba con sus manos. Desde entonces, Diógenes se reprochó a sí mismo el haber cargado durante tanto tiempo con un objeto superfluo. ¡Cuánto tiempo perdido!