El gusto no se mide por las visitas

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Sócrates solía visitar, con cierta frecuencia, a un hombre rico. Uno de sus discípulos, que lo sabía, dedujo que a su maestro le gustaba el dinero más de la cuenta.
Sócrates le echó en cara su falta de madurez con el siguiente razonamiento: “Los médicos visitan a los enfermos, pero ¿acaso significa eso que les guste la enfermedad?”.