Dar siempre la razón
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El emperador Adriano preguntó una vez al filósofo Favorino por qué siempre le daba la razón, aun cuando él mismo era consciente de que no la tenía.
Favorino contestó: “Es fácil, majestad: es que resulta peligroso no darle la razón a quien tiene veinte legiones para sostener su opinión”.