Un milagro para los otros
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Cuenta Martín Descalzo una anécdota que le ocurrió a él en el santuario de Lourdes. Había un anciano en una camilla que se le veía ya a las puertas de la muerte a causa de un cáncer de intestino. Éste confesó la razón por la que no había pedido su curación:
“Al ver en la explanada a un grupo de chiquillos con parálisis, pensé que su milagro era más urgente que el mío. Ellos no han vivido aún; yo sí, demasiado. Y los milagros han de guardar turno, han de ser justos. Por eso he pedido que pusieran mi milagro en la cola y resolvieran primero lo de los chavales”.